Las terrazas de María Pita tendrán normas propias...

... para cuidar su estética. El Ayuntamiento instará a los hosteleros a unificar criterios y erradicar el mal gusto. También prohibirá usarlas de almacén.
Cada local mantiene su propio estilo: Una de las obligaciones que fijaba el Ayuntamiento para estas terrazas es que mantuviesen un mismo mobiliario. En la actualidad, sin embargo, los clientes pueden encontrar en cada local un tipo de silla y mesa diferente y hasta terrazas vacías con muebles amontonados.
Cada local mantiene su propio estilo: Una de las obligaciones que fijaba el Ayuntamiento para estas terrazas es que mantuviesen un mismo mobiliario. En la actualidad, sin embargo, los clientes pueden encontrar en cada local un tipo de silla y mesa diferente y hasta terrazas vacías con muebles amontonados.
A. Gómez
Cada local mantiene su propio estilo: Una de las obligaciones que fijaba el Ayuntamiento para estas terrazas es que mantuviesen un mismo mobiliario. En la actualidad, sin embargo, los clientes pueden encontrar en cada local un tipo de silla y mesa diferente y hasta terrazas vacías con muebles amontonados.
Las terrazas de María Pita tendrán sus propias normas estéticas dentro de unos meses. Para establecerlas, el Ayuntamiento mantendrá en breve reuniones con los hosteleros, en las que les informará sobre los cambios.

El ‘libro de estilo’ de las polémicas instalaciones de cristal deberá cumplir una serie de requisitos mínimos acordes con el buen gusto (nada de sillas de plástico o de mesas de mil colores). Además, ni un solo local las podrá utilizar de almacén y  las labores de mantenimiento ya no serán ocasionales.

La meta: mejorar la presencia de las terrazas en la plaza más emblemática de la ciudad y en plena entrada al casco histórico.

Lo que no cambiará por el momento, según confirmó el propio alcalde de la ciudad, Javier Losada, será el diseño de las 14 terrazas de cristal, que han sido polémicas desde su instalación en el año 2002.

Ante el escaso entusiasmo que despertaron entre los ciudadanos, el Gobierno local barajó incluso la posibilidad de reducir su altura, ya que tanto vecinos como  hosteleros –y el grupo municipal del BNG, uno de sus principales detractores– decían que escondían la belleza de los soportales.

«Dejaremos pasar unos meses para ver si acertamos.  Y si no, no pasa nada, se retiran», había dicho el entonces alcalde Francisco Vázquez.

«Grilleras» y «mazacotes»

El debate ciudadano que se generó en la calle en el año 2002, cuando se empezaron a instalar las terrazas, tardó muy poco en saltar a las enfrentaciones políticas. Los representantes del PP llegaron llamar a estas instalaciones «grilleras», mientras que en las filas del BNG la denominación fue la de «mazacotes». Unos y otros se oponen todavía a su diseño y dicen que le quita mucho espacio a la plaza de María Pita, uno de los símbolos más importantes de la ciudad.

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