El grupo Balfegó, especializado en la pesca de atún rojo, desembarcará en Brasil antes del cierre de este año tras haber contactado con grandes restauradores del país sudamericano.

En declaraciones a los medios, el director general de la pesquera catalana, Juan Serrano, ha señalado que la expansión internacional de la empresa proseguirá en 2012 con la venta directa a los Emiratos Árabes, donde en estos momentos acceden a través de intermediarios.

Asimismo, la empresa pretende reforzar su presencia en países europeos como Francia y España, que actualmente representa el 22% de su cuota de mercado.

Serrano ha destacado que Balfegó se ha internacionalizado "a la inversa", ya que cuando nació su único mercado era Japón, el mayor consumidor de atún del mundo, y poco a poco se han ido implantando en zonas más cercanas.

El grupo atravesó su peor momento en 2009, cuando acusó la crisis y cerró con pérdidas de 300.000 euros, aunque el director general ha asegurado que las cifras hubieran sido mucho más negativas de no ser por la "gestión inteligente" que se hizo en ese momento, cuando se prescindió del mercado nipón y se recurrió a la financiación bancaria.

En 2010 Balfegó se recuperó e ingresó 3,2 millones de euros, cifra que pretende mantener este ejercicio con previsiones que alcanzan los 3 millones.

La compañía, propiedad de la quinta generación de pescadores de la familia Balfegó, emplea a 200 trabajadores —110 de ellos fijos y 90 con subcontratos mercantiles—, que faenan en sus siete embarcaciones, cuatro ubicadas en la Ametlla de Mar y tres en Francia.

Serrano ha subrayado que la pesquera ha invertido dos millones en I+D en los últimos dos ejercicios pese a la crisis, algo que "pone de manifiesto la apuesta del grupo por la innovación".

La compañía pesca al año unas 2.500 toneladas de atún, cuyo precio oscila entre los 23 y los 26 euros por kilo, lo que supone unos ingresos de cerca de 18.000 euros por piezas que alcancen los 100 kilos.

Más exigencias de calidad

El presidente del grupo, Pere Balfegó, ha reclamado a la Administración que impulse un sello de calidad que diferencie entre las pesqueras que utilicen métodos innovadores y sostenibles y efectúen controles de calidad a las piezas que sacan al mercado.

Ha sostenido que una etiqueta así premiaría a aquellas empresas que invierten en innovación y son respetuosas con el medio ambiente, a la vez que actuaría como incentivo para los que no lo hacen.

Además, ha defendido que un sello de calidad es una garantía para el consumidor, ya que se asegura la procedencia del producto y se disipan las dudas sobre los métodos y la legalidad de los métodos utilizados para la pesca del atún rojo, una especie protegida.