Sólo puede quedar uno: 11 encarnizadas rivalidades de cine

Deportes, magia, música, modelaje... Los personajes de estas películas se enfrentan con uñas y dientes para decidir cuál de los dos es el mejor en su disciplina.
Sólo puede quedar uno: 11 encarnizadas rivalidades de cine
Sólo puede quedar uno: 11 encarnizadas rivalidades de cine
Sólo puede quedar uno: 11 encarnizadas rivalidades de cine

Dicen que el mundo del cine es muy competitivo, y eso tiene que plasmarse en sus productos: todos estamos acostumbrados a ver al héroe y al villano de turno dirimiendo sus diferencias en un largometraje. Pero existen otro tipo de enfrentamientos que hoy nos interesan más, y que reflejan mucho mejor la idiosincrasia del negocio. Hablamos de esos que tienen lugar cuando dos personajes se dedican a la misma disciplina, con el mismo talento (o casi el mismo), y se declaran una guerra a muerte para ver cuál de ellos es el rey absoluto de su especialidad. A veces, estos conflictos ocultan una admiración sincera, y en no pocas ocasiones se resuelven en una buena amistad. Pero, mientras el combate sigue en vigor, todos ellos hacen temblar el misterio. Compruébalo con nuestros ejemplos.

Ben-Hur (W. Wyler, 1959)

La rivalidad es por... Las carreras de cuádrigas

Y los rivales son... Juda Ben-Hur (Charlton Heston) y el tribuno Mesala (Stephen Boyd)

La palabra "rivalidad" se queda corta si hablamos de este dramón bíblico con 11 Oscar. Porque, si tu mejor amigo de infancia (o más que amigo, si atendemos a las insinuaciones incorporadas al guión por Gore Vidal) despoja a tu noble familia, arroja a tu hermana y tu madre a una cárcel de la que salen leprosas perdidas y a ti te convierte en esclavo de galeras, pues es normal tenerle ojeriza. En todo caso, Ben-Hur y Mesala no resuelven su antagonismo a espadazos, sino con una carrera de infarto en la cual participó, a cargo de la segunda unidad, un jovenzuelo llamado Sergio Leone.

Amadeus (Milos Forman, 1984)

La rivalidad es por... La música

Y los rivales son... Antonio Salieri (F. Murray Abraham) y W. A. Mozart (Tom Hulce)

En la vida real, según parece, el disciplinado Salieri y el genio vivalavirgen de Salzburgo se llevaban moderadamente bien. No obstante, ya se sabe: si la leyenda es más interesante que la realidad, etcétera. De este modo, el dramaturgo Peter Shaffer convirtió la historia de los dos compositores en un relato de resentimiento (por parte de Salieri) y autodestrucción (por parte de Mozart) cuya versión para el cine acabó llevándose ocho Oscar. A nosotros nos basta con oír las risotadas de Hulce para comprender a su archienemigo, la verdad.

El truco final (El prestigio) (Christopher Nolan, 2006)

La rivalidad es por... La magia

Y los rivales son... Alfred Borden (Christian Bale) y Robert Angier (Hugh Jackman)

Manipulación, engaño e ilusión: esas son las armas usadas por Bale (el virtuoso de clase obrera) y Jackman (el showman aristocrático) para arruinarse mutuamente la vida, desde que un descuido del primero acaba matando a la mujer del segundo. Conforme pasan los años y las artimañas se complican, la historia evoluciona en un desmadre de ciencia-ficción con David Bowie, Scarlett Johansson y Michael Caine como invitados de excepción, en cuyo fondo late una pregunta muy incómoda: ¿hasta dónde estarías dispuesto a llegar para vencer a un enemigo?

Zoolander (Ben Stiller, 2001)

La rivalidad es por... El modelaje masculino

Y los rivales son... Derek Zoolander (Stiller) y Hansel (Owen Wilson)

Estaba claro: cuando el pérfido diseñador Mugatu (Will Ferrell) sentenció aquello de "Hansel es lo más", la carrera de Zoolander (el modelo que no sabe girar a la derecha) tenía los días contados. El enfrentamiento entre ambos por la supremacía en el mundo fashion llegó a unclímax en un duelo de pasarelas presidido por David Bowie (sí, otra vez él), e hizo falta una conspiración con hipnosis, asesinatos políticos y Milla Jovovich para que los dos enemigos llegasen a una resolución. Ya se sabe que la belleza no tiene piedad, y la mirada Acero Azul, todavía menos.

Cisne negro (Darren Aronofsky, 2010)

La rivalidad es por... La danza

Y los rivales son... Nina Sayers (Natalie Portman) y Lily (Mila Kunis)

Si hablamos de mundos despiadados, al menos en su plasmación cinematográfica, está claro que el del ballet clásico se parece mucho a una mezcla de Mordor y el París de Las amistades peligrosas. Que se lo digan a la protagonista de este filme, una Portman demenciada y oscarizada que se las ve muy felices cuando la prima ballerina Winona Ryder pierde la olla, pero cuyo ya de por sí complejo mundo interior queda hecho añicos ante la presencia de otra chica con maillot (Kunis) que despierta en ella pulsiones innombrables. En este demoníaco juego de espejos, avisamos, la perfección se paga con sangre.

Top Gun (Tony Scott, 1986)

La rivalidad es por... El pilotaje de caza

Y los rivales son... Maverick (Tom Cruise) y Iceman (Val Kilmer)

Lo sentimos, Tom Cruise, pero no todo iba a ser tan fácil para ti en esta peli: vale que tú fardas como nadie a los mandos de tu F-14 Tomcat, eres un icono de la moda macarra de los 80 y retozas con tu instructora Kelly McGillis, pero alguien tenía que disputarte tu puesto de gallito del corral. Y ese alguien es un Kilmer sobrado de testosterona y gomina que, si hacemos caso al siempre mordaz Tarantino, podría hacer suyo sin problemas aquello de "los que se pelean, se desean". Las interpretaciones homoeróticas, eso sí, quedan al gusto de cada uno.

Los duelistas (Ridley Scott, 1977)

La rivalidad es por... El honor

Y los rivales son... D'Hubert (Keith Carradine) y Feraud (Havey Keitel)

Casi una década antes de que su hermano convirtiese a Cruise y Kilmer en aviadores, el futuro director de Alien escenificó otro relato de rivalidad castrense a partir de un cuento de su adorado Joseph Conrad. Y es que el siglo XIX es lo que tiene: un insulto relativamente menor (real o imaginario, que esa es otra) da lugar a un duelo interrumpido y retomado año tras año, con los  rotagonistas pugnando por ver cuál de ellos es el soldado más chulo de la Grande Armée napoleónica. Al final, como suele ocurrir, el más avispado y trepa es el que gana.

Vaya par de idiotas (Hermanos Farrelly, 1996)

La rivalidad es por... Los bolos

Y los rivales son... Roy Munson (Woody Harrelson) y Ernie McCracken (Bill Murray)

Roy Munson, antaño una joven promesa de las boleras, no ha dejado de maldecir el día en el que se encontró con Ernie McCracken. Y con razón, porque esta auténtica rata de cloaca manipuló a su discípulo hasta hacerle perder la mano de lanzar las bolas (es una larga historia), precipitándole a una espiral de decadencia durante la cual su nombre se convirtió en sinónimo de "perdedor". Todo ello, para colmo, mientras él mismo no paraba de triunfar. Ahora, convertido él mismo en maestro (de un joven amish interpretado por, no os riáis, Randy Quaid), Roy podría ajustar las cuentas con el responsable de su perdición, pero ¿conseguirá que el mundo comprenda eso tan bonito de "¡Hablo del anillo, no de la mano!"?

El buscavidas (Robert Rossen, 1961)

La rivalidad es por... El billar

Y los rivales son... Eddie Felson 'El Rápido' (Paul Newman) y el Gordo de Minnesota (Jackie Gleason)

Muy joven, y también muy ambicioso, Eddie 'El Rápido' es un manojo de nervios y de conflictos interiores. Sin embargo, su rival con sobrepeso se muestra siempre tranquilo y reflexivo conforme va colando bola tras bola en las troneras. ¿Quiere esto decir algo? Como el protagonista de esta película comprobará para su desgracia (y lamentará en la secuela El color del dinero, firmada por Martin Scorsese en 1986), su peor enemigo no le espera en el tapete verde, sino que está con él cada vez que se mira al espejo.

Fuera de control (Mike Newell, 1999)

La rivalidad es por... El control aéreo

Y los rivales son... Nick Falzone (John Cusack) y Russell Bell (Billy Bob Thornton)

El enfrentamiento entre un profesional serio y un sujeto frívolo, pero competente, es un clásico de las películas sobre rivalidades. Y Fuera de control no es una excepción a la norma, contraponiendo al metódico Cusack con el heterodoxo Thornton, pero añade un plus de peligrosidad a la cosa: los alardes con el que dada uno de ellos trata de barrer al otro del mapa tienen por objeto aviones cargados de pasajeros. El resultado es una película cuyo visionado recomendamos cuando se convoque la próxima huelga en AENA.

Rocky (John G. Avildsen, 1986)

La rivalidad es por... El boxeo

Y los rivales son... Rocky Balboa (Sylvester Stallone) y Apollo Creed (Carl Weathers)

No podían faltar: desde la primera vez que se cruzaron sus miradas, el mozo de carnicería (y cobrador de morosos) y el veterano púgil afroamericano trabaron entre ellos la rivalidad deportiva más encarnizada del cine, a la altura de Muhammad Ali y George Foreman o Fernando Alonso y Lewis Hamilton. Tras eclosionar en forma de conmovedora tragedia estadounidense (con tres Oscar, incluyendo Mejor Película, para compensar), y resolverse a tortazo limpio en Rocky II, la relación Balboa-Creed acabó dando lugar a una amistad entrañable que concluyó en la cuarta entrega de la serie, víctima de los puños de Dolph Lundgren.

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