Además, la decisión es aún más peligrosa si en un ángulo muerto se esconde una motocicleta o un autobús, como ocurre en el cruce de Puerta Real frente al Hotel Victoria, donde la curva no permite ver a los vehículos que bajan por Reyes Católicos.
Algo parecido pasa en Gran Vía y en los pasos de peatones de la plaza de Isabel la Católica. Los coches están detenidos en uno de los carriles, pero en el otro no. Esto hace que los peatones se confíen al ver a los vehículos parados en uno de los dos sentidos.
Extremar precaución
En Gran Vía, en el semáforo frente a Cortefiel, el carril de la derecha en sentido Reyes Católicos tiene el semáforo intermitente, mientras que los vehículos del carril central que van en dirección al Campo del Príncipe están detenidos, con el suyo en rojo. En muchas ocasiones son autobuses los que están en este carril central e impiden la visibilidad a los peatones del sentido contrario.
La media de espera en los semáforos del centro es de 90 segundos, pero hay algunos, como en Constitución, que tardan 137 segundos, dos minutos y pico, toda una tentación para saltárselos y ponernos en peligro.
Las estadísticas hablan solas. Cada dos días hay un atropello en la capital, y en 2005 cuatro personas murieron. Según Tráfico, en tres de cada cuatro atropellos el responsable es el peatón. Y Consumer estima que entre el 20 y el 30% de los peatones cruzan con el semáforo en rojo.
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