Este psicopatólogo prefiere definir el mobbing «como hostigamiento psicológico en el trabajo, durante seis meses o más». Según Buendía, «este hostigamiento, en la UMU, tiene un fin: que la víctima abandone la institución, ya que al ser funcionarios, no se les puede despedir».

El estudio revela que este acoso puede venir tanto de jefes, como de compañeros e incluso de subordinados. Sobre todo, lo hacen porque la víctima no se somete a chantajes y por celos.

Los que se sometieron al estudio, además, confesaron que el mobbing les hacía sufrir estrés crónico (83%), nervios (57,5%), tristeza (67,8%), insomnio (54%) e incluso, llegar a tener ideas suicidas (un 8%). Además, más de un tercio somatiza su estrés y presenta síntomas físicos.

Los propios encuestados explican los métodos de los acosadores: lo que más hacen es «distorsionar lo que digo o lo que hago en mi trabajo» (51,6%), «evaluar mi trabajo de manera injusta o con sesgo negativo» (49%), «manipular a las personas de mi entorno indisponiéndolas contra mí» (49%) e «inventar rumores y calumnias que perjudican mi imagen» (44%).

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Una institución «sin democracia»

El profesor José Buendía opina que el mobbing es un mal que aqueja a todas las universidades públicas: «Es uno de los entornos laborales más tóxicos de España». Según él, «hay un sistema de apadrinamiento que genera relaciones de vasallaje y si estás fuera de él, no escalas; en la institución universitaria no ha entrado todavía la democracia». Según Buendía, compañeros de otras universidades le han relatado que el mobbing es también habitual.