Los sellos tienen otra cara

Un mercadillo de monedas y sellos sobrevive hace 46 años a golpe de afición.
Uno de los puestos de sellos que se instalan alrededor de la Lonja.
Uno de los puestos de sellos que se instalan alrededor de la Lonja.
J. C. Barberá
Uno de los puestos de sellos que se instalan alrededor de la Lonja.
Los coleccionistas que intercambian sellos cada domingo en el entorno de la Lonja nada saben de inversiones millonarias en el Fórum Filatélico ni de especular con un duro de Alfonso XII o una estampa de Isabel la Católica.No son empresarios ni tienen sede más allá de un tablero sobre cuatro patas para mostrar piezas cuyo máximo valor es de unos euros. Ni gomina ni coche oficial ni cuentas bancarias: en el mercadillo de la Lonja abundan las gafas, las lupas, la tercera edad –hay un señor de 80 y tantos años al que los sellos le dan «la vida»– y la paciencia de limpiar y archivar sello a sello.

«Compro billetes, monedas, postales, secantes, sellos», reza el cartel de un puesto. Su dueño lleva 44 años dedicado a la filatelia y a la calderilla antigua.

Un chico intenta vender un tebeo mientras unos sesentañeros comentan: «El aficionado sabe que el valor del sello no se puede multiplicar por diez, más bien al contrario». No invirtieron en el Fórum. Ventajas de conocerle la cara a los sellos.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento