Saint-Maló, de piratas y corsarios

  • En el siglo XVII fue el mayor puerto de Francia y hoy es uno destino turístico de primer orden, con playas y balnearios.
  • La joya de la costa esmeralda es un laberinto de marineras calles empedradas.
  • Destaca la catedral de St. Vincent, con sus bonitas vidrieras muy luminosas.
Como isla fortificada, siempre atrajo a navegantes, pescadores y corsarios.
Como isla fortificada, siempre atrajo a navegantes, pescadores y corsarios.
EP
Como isla fortificada, siempre atrajo a navegantes, pescadores y corsarios.

Saint-Maló, el mayor puerto de Francia en el siglo XVII, sigue siendo una ciudad amurallada de leyenda. A principios del siglo XX ya era un importante lugar de veraneo por sus playas y balnearios y hoy su cercanía a la Costa de Granito Rosa, por el oeste, y al Mont Saint Michel, por el este, le convierte en un destino muy apetecible.

Piratas y corsarios

La historia de esta ciudad fortificada está estrictamente unida a la de su puerto y al mar. En el Medievo ya atrajo a navegantes, pescadores y corsarios. Esa vocación marinera se palpa en sus calles empedradas, las tabernas y, sobre todo, en su ciudadela protegida por algo más de dos kilómetros de muralla, de granito y siete metros de espesor, con siete puertas.

Hombres importantes en el devenir de Saint-Maló fueron piratas y corsarios que se instalaron en esta estratégica posición contribuyendo al crecimiento económico de la ciudad.

La joya de la costa esmeralda es un laberinto de calles empedradas dentro de su intacto recinto amurallado circular (siglo XIII) con imponentes edificios del XVIII y con su emblema religioso, la catedral de St. Vincent (s.XII), que destaca por sus bonitas vidrieras muy luminosas.

Pleamar y bajamar

Extramuros podemos contemplar las playas que nacen a los pies de la muralla. Durante la bajamar se despeja el pelotón de troncos de madera que protegen esas viejas piedras cuando la mar está agitada y demuestra toda su fuerza y su grandeza.

Hay que tener en cuenta que en esta zona las mareas son gigantescas y el nivel del agua puede variar hasta 13 metros entre la pleamar y la bajamar. Cuando esta última se produce quedan al descubierto enormes playas, muchas veces solitarias, que permiten acceder a píe a tres de los históricos baluartes defensivos de la ciudad: el Fort Nacional, el Petit Bé Fort y el  islote del Grand-Bé.

Desde Saint-Malo pueden realizarse excursiones recomendables: a Dinard, (famosa por sus balnearios), a Concale (donde se pueden probar sus exquisitas ostras) y al Mont Saint Michel (la celebre abadía que pertenece a Normandía).

La Costa de Granito Rosa

Algo más lejana es la excursión a la Costa de Granito Rosa, pero vale la pena realizarla y desde Saint-Maló hay barcos que cubren este trayecto. Extiende sus paisajes marítimos a lo largo de unos quince kilómetros, ofreciendo así un espectáculo de un color único con lugares graníticos excepcionales y protegidos.

Entre los principales puntos de interés de la costa de granito rosa, se encuentran pequeñas ciudades como Perros-Guirec, Lannion y Trégastel. El primero de ellos ofrece al visitante un parque natural protegido de una belleza excepcional. Con un litoral de trece kilómetros y tres grandes playas de arena fina, Perros-Guirec ofrece una vista panorámica del archipiélago de las siete islas, una de las reservas ornitológicas de Francia más importantes.

Las numerosas rocas de granito que emergen a lo largo de los arenales, de las calas y de los islotes forman un patrimonio insólito que sigue sorprendiendo a los senderistas.

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