Los disturbios comenzaron en las inmediaciones de la estación de Renfe, cuando la Policía Nacional pretendía impedir el paso de los manifestantes, y, ante la avalancha, respondió con pelotas de goma y botes de humo. Algunos de los 10.000 trabajadores se imponían con piedras, ladrillos y estacas a los antidisturbios.
Tras quemar y volcar contenedores, tirar piedras y quemar papeleras, los manifestantes se dirigieron a la praza de España, donde dos fueron atropellados por uno de los furgones policiales. Las disputas se saldaron con quince trabajadores heridos –de los que once fueron dados de alta a las pocas horas–, trece detenidos y quince policías lesionados. Sin embargo, la tensión y el miedo se apoderaron de las calles, incluso peatones ajenos a las protestas solicitaron la ayuda a la Policía Local. En total, se movilizaron 100 efectivos de la Policía Nacional y 40 agentes de la Policía Local.
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