La series de televisión miran al pasado para triunfar en el presente

  • 'Downton Abbey' es un gran ejemplo de ello, con diez millones de seguidores en el Reino Unido.
  • Ha sido vendida a más de 200 países.
  • La BBC ha anunciado que apostará también por una serie de época, 'Parades End'.
  • En EE UU, series ambientadas en el pasado como 'Mad Men' también triunfaron.
Una imagen de la serie 'Downton Abbey'.
Una imagen de la serie 'Downton Abbey'.
ANTENA 3
Una imagen de la serie 'Downton Abbey'.

El éxito de la serie Downton Abbey, con diez millones de seguidores en el Reino Unido, ha vuelto a despertar la fiebre por las andanzas de las familias aristocráticas y sus leales sirvientes en la televisión británica. Estrenada el año pasado en la cadena privada ITV, la serie, que cuenta la vida a comienzos del siglo XX de la rica familia Crawley y sus empleados en la lujosa mansión Downton Abbey, ha roto todos los pronósticos de audiencia, además de venderse a más de 200 países.

Ahora, la cadena pública BBC ha anunciado recientemente que apostará también por el ambiente recargado y los elegantes trajes de la época eduardiana en su nueva temporada con el estreno el año próximo de la producción Parades End, basada en una obra de Ford Madox Ford. Con los actores Benedict Cumberbatch y Rebecca Hall en el reparto, la producción de la BBC narrará un triángulo amoroso entre un aristócrata inglés, su bella y obstinada esposa y un joven oficial al término de la Primera Guerra Mundial.

"Gracias a los esfuerzos de los productores de Downton Abbey, este país puede una vez más reclamar ser la cuna de los mejores dramas de televisión del mundo", aseguró el crítico Neil Midgley en el diario conservador Daily Telegraph.

En medio de un momento glorioso para la televisión norteamericana con producciones como Mad Men o The Soprano, el Reino Unido ha vuelto a recuperar su orgullo patrio en la pequeña pantalla volviendo a sus raíces y contando una historia intrínsecamente británica.

Creada por Julian Fellowes, el oscarizado guionista de Gosford Park, la producción Downton Abbey estrenó su segunda temporada con diez millones de espectadores el pasado domingo, el día que recibió cuatro Emmy, entre ellos uno para la actriz Maggie Smith. La serie narra cómo cambia la vida en la lujosa mansión de los Crawley cuando el heredero muere en el hundimiento del Titanic y la familia carece de otros hijos varones, entre constantes tensiones e intrigas protagonizadas por señores y criados.

Este tipo de producciones de época no son ninguna novedad en la impecable televisión británica. En la memoria de toda una generación se encuentran los personajes de la ya mítica Upstairs Downstairs y Brideshead Revisited, la adaptación de la novela de Evelyn Waugh llevada a la televisión por el creador de Downton Abbey.

Algunos sostienen que la novedad y éxito de Downton Abbey está en que, al no tratarse de una adaptación, la historia tiene mucha más frescura y sus guionistas más libertad para incluir incluso romances gays, una verdadera novedad en este tipo de dramas. De hecho, los escritores de la serie han sido bastante criticados por las licencias históricas que se permiten.

Hay otros análisis muchos más políticos a la hora de valorar el éxito de Downton Abbey. Algunos columnistas y críticos británicos se preguntan si ha llegado al momento de volver a mirar al pasado, a los valores más tradicionales, justo cuando los conservadores han vuelto al poder después de más de una década. La escritora Deborah Orr, por ejemplo, se preguntaba en el periódico The Guardian "¿Por qué los 'tories' quieren que todos vivamos en Downton Abbey?".

Lo cierto es que a los conservadores les encanta la serie y así lo han reconocido algunos miembros el Gobierno públicamente, además de haber nombrado Lord a su creador Julian Fellowes a principios de este año. En este sentido, la revista satírica Private Eye dedicó una de sus portadas a la serie, sustituyendo a los personajes por miembros del Gobierno y la exprimera ministra Margaret Thatcher, e incidiendo en la nostalgia que los poderosos siguen sintiendo por la época en que Reino Unido era un imperio.

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