En Nicaragua, esquiando sobre las arenas de un volcán

Esquiamos sobre la nieve, sobre las olas del mar (y decimos surfear), sobre una pradera de verde cesped, sobre la dunas del desierto y, por que no, sobre la loma de un volcán. Estamos en Nicaragua, en lo alto del volcán Cerro Negro.

En este volcán (activo, por cierto), que está a una hora escasa de Managua, la capital de Nicaragua, podemos deslizarnos a más de 50 kilómetros por hora sobre la caliente arena volcánica. Es lo que ya han llamado volcano-boarding.

Es uno de los atractivos irrepetibles y una experiencia única que ofrece Nicaragua. El volcán Cerro Negro invita al viajero a ponerse a prueba practicando este deporte extremo deslizándose por sus laderas.

Formado en 1850, es el volcán más joven de América Central y, después de haber hecho erupción más de veinte veces, continúa activo, de ahí que la escalada hasta la parte superior se haga bajo la atenta mirada de un cráter humeante que emite gases. Alcanza una altura de casi quinientos metros sobre el nivel del mar, pero sus laderas son muy empinadas.

Al estar compuestas de arena volcánica en vez de roca es el lugar perfecto para deslizarse hacia abajo en una tabla, a más de 50 kilómetros por hora, eso sí, después de haber ascendido hasta la parte superior y haber abarcado el panorama de 360 grados sin obstáculos.

Los paisajes verdes que contrastan con la negrura del volcán son la primera recompensa tras un ascenso a pie. Pero el verdadero premio es deslizarse durante un minuto por la ladera del volcán dejando un rastro de cenizas al paso de la tabla. Una experiencia única.