Asociafruit constata un cierre "negativo" de la campaña de patata temprana en Andalucía

La Asociación de Empresas Productoras de Frutas y Hortalizas y Exportadoras de Andalucía y Extremadura (Asociafruit) ha constatado un cierre "negativo" de la campaña de patata temprana en Andalucía con los últimos datos recogidos, siguiendo así la trayectoria de los últimos cuatro años.
Campo de patatas.
Campo de patatas.
EUROPA PRESS/ASOCIAFRUIT
Campo de patatas.

La Asociación de Empresas Productoras de Frutas y Hortalizas y Exportadoras de Andalucía y Extremadura (Asociafruit) ha constatado un cierre "negativo" de la campaña de patata temprana en Andalucía con los últimos datos recogidos, siguiendo así la trayectoria de los últimos cuatro años.

A la ya negativa situación del mercado se han sumado factores externos que han contribuido a agravar aún más la situación, factores como la reciente 'crisis del pepino', las intensas lluvias del pasado año, o la huelga de transporte entre otras, según ha señalado en una nota.

Las consecuencias de la crisis de E.coli han sido "desastrosas". El estallido de la crisis se produjo en la fase punta de recolección de la patata temprana, por lo que el cierre de mercados trajo consigo una cantidad significativa de patatas que no se pudieran enviar a los mercados principalmente alemanes.

Por otro lado, la recuperación de la demanda no fue inmediata después de la apertura de fronteras sino "muy lenta" y "espaciada en el tiempo", provocando un exceso de oferta que hizo caer los precios a niveles "imposibles" de mantener en mercado de exportación. En el mercado nacional la situación se agravó más si cabe al intentar colocar aquí los excesos de oferta a la exportación.

Las pérdidas estimadas ascienden a más de 25 millones de euros. El cierre de fronteras ha supuesto una bajada de precios de un 50 por ciento, pasando de los 0,25 euros por kilo en origen a 0,12 euros por kilo en origen. En algunos casos ha supuesto una reducción "muy significativa" de márgenes de rentabilidad, en otras la causa de pérdidas al posicionarse el precio por debajo de los costes de explotación, lo que ha obligado a dejar la patata en el campo sin recolectar para intentar igualar oferta y demanda.

A ello se une que, a pesar de los esfuerzos realizados desde instituciones como Asociafruit y Fepex, la patata no ha sido considerada como uno de los productos afectados por la crisis E.coli y por tanto ha quedado fuera de las compensaciones asignadas. Lo mismo ha sucedido con la frutas de hueso —melocotón, nectarina y ciruela, principalmente—, la sandía y el melón, llevando esto a considerar que han sido "los productos más notorios los que han recibido la compensación y quedando fuera los que tienen menor repercusión mediática".

Sin embargo, patata, fruta de hueso, melón y sandía, por ejemplo, sí han sido incluidos entre aquellos productos que van a recibir una ayuda del 80 por ciento para la realización de programas de promoción en los mercados que han sufrido con la crisis.

Desde Fepex y Asociafruit se ha rechazado la posibilidad de presentar propuesta alguna, ya que se entiende que el sector no debe hacerse cargo de este programa de promoción, siendo "el causante de la crisis el que tiene que compensar en su totalidad haciéndose cargo de su coste íntegro". Además es necesario aclarar que desde el sector en ningún momento se han solicitado ayudas, lo que se ha solicitado es que "se le compense en su totalidad por los cuantiosos daños acumulados".

Si en este contexto se tiene en cuenta que las previsiones para el año próximo "no son halagüeñas" por la incertidumbre socioeconómica reinante, se teme una pérdida "significativa" de relevancia de la patata en los campos andaluces y españoles. IMPORTACIONES

Otro factor potenciador de dicha incertidumbre viene dado por la agresividad de las importaciones de patata conservada, procedente principalmente de Francia.

En un mercado indiferenciado en el que el consumidor final no está informado sobre las claras diferencias de sabor y de propiedades nutricionales entre un producto fresco como la patata temprana y la patata vieja conservada importada, "la situación competitiva de la patata nueva es progresivamente más débil al tener que competir en precios con un producto de un nivel de calidad significativamente menor". "Los precios a los que se ven forzados a competir con esta patata vieja conservada importada son inviables estando por debajo de costes", ha subrayado.

A esto hay que añadir que desde el sector se quiere destacar el fraude en el que en ocasiones se incurre en el punto de venta en cuanto a la información que aparece en el etiquetado y en la cartelería, "etiquetando lo viejo como nuevo". Etiquetado que, además, favorecido por la actual normativa, "no ofrece al consumidor una información fácil y rápida que le ayude a identificar si se trata de patata nueva o de conservación".

Además, el consumidor sensible con la sostenibilidad del medio ambiente debe conocer el alto coste ecológico de la patata conservada importada, con una huella ecológica radicalmente mayor que la patata nueva cultivada aquí. En los países europeos está implantándose mayoritariamente la cultura de "piensa global, consume local", que consiste en la preocupación por el medioambiente y la ecosostenibilidad, optando por el consumo de productos frescos cultivados en el entorno cercano, sin necesidad de conservación.

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