
Algunos niegan su existencia, otros aseguran que es una enfermedad, lo cierto es que al final de cada verano volvemos a hablar del llamado síndrome postvacacional. Existir, existe, y los expertos recomiendan no "psicopatologizar" a la gente porque, por lo general, la persona logra adaptarse a su vida rutinaria sin problemas. Al final, el síndrome se supera en una semana o dos.
Superado ese periodo si la persona no mejora, es el momento de consultar al especialista y de aplicar las terapias existentes encaminadas a controlar la ansiedad y la sintomatología de la depresión.
Síntomas emocionales y físicos
El síndrome postvacacional es un conjunto de alteraciones emocionales y físicas que aparecen a la vuelta al trabajo, tras largos periodos de descanso. Entre los síntomas emocionales destacan:
- Ansiedad.
- Antipatía.
- Desgana.
- Tristeza.
Son todas características muy similares a las que puede tener una persona con depresión.
Los síntomas físicos más frecuentes son:
- Dificultades para dormir.
- Cansancio continuo.
- Dolores de cabeza frecuentes.
- Malestar general en forma de tensión muscular o dolores gástricos.
No es una enfermedad, pero existe
Sin embargo, el síndrome postvacacional no existe como enfermedad, no está reconocida como tal por la Sociedad Española de Psiquiatría ni está recogida en los manuales de la Sociedad Americana de Psiquiatría o por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Pero, como aclara la psicóloga Vanesa Fernández, "el hecho de que no exista como enfermedad no quiere decir que este tipo de síndrome no exista y agrupe una serie de características que se repiten en una serie de personas".
La psicóloga ha explicado que "la aparición de este síndrome se ha empezado a notar en los últimos diez años porque antes no se dedicaba mucha atención a la calidad de vida o al bienestar. En el momento en el que empieza a tener más relevancia el tema de la ansiedad, el estrés o el bienestar emocional, es cuando se empieza a tener en cuenta este tipo de problemas".
Periodos de transición
Según los responsables de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles (ARHOE), la última semana de agosto y la primera de septiembre deberían servir como periodo de transición entre las vacaciones y el regreso al trabajo. Sin embargo, la realidad es que a mediados de septiembre, todavía, muchos españoles siguen sin cogerle el pulso a la normalidad.
La clave está en una incorporación escalonada al trabajo. "La persona tiene que intentar incorporarse de forma progresiva al trabajo para poder ir asimilando el cambio", explica la psicóloga.
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