«Acudo a diario porque me va muy bien para el cuerpo», dice José Sesé, un vecino de 74 años. «Yo es la segunda vez que vengo, pero está bien, porque en lugar de estar sentado en un banco, hago algo de ejercicio», añade Carmelo Pelegrín mientras pedalea.
Los usuarios están muy contentos con las instalaciones, pero hay algo que no les termina de convencer: la ubicación. «Estamos a la intemperie y si sopla viento no nos podemos quitar la chaqueta», explica una usuaria.
A otros les preocupa más la llegada del verano. «Cuando pegue bien el sol, aquí no podremos estar de calor, porque sólo hay un árbol», señala Carmelo. Así, es lógico que el aparato más solicitado por los asistentes sea el pedalín situado bajo el árbol. «Hay sombra y es de los aparatos que más nos entretienen», añade José.
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