Los pescadores del Cantábrico analizarán en septiembre los problemas con la costera del bonito

Los pescadores del Cantábrico noroeste se reunirán en septiembre para analizar los problemas que han sufrido con la costera del bonito, que han dado prácticamente por cerrado ante la escasez de pesca.
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Los pescadores del Cantábrico noroeste se reunirán en septiembre para analizar los problemas que han sufrido con la costera del bonito, que han dado prácticamente por cerrado ante la escasez de pesca.

Es una situación que los pescadores cántabros han llegado a calificar de "hecatombe", con capturas hasta diez veces menos respecto a las cantidades del año pasado por estas fechas, o de dimensiones menores que han llevado a los pesqueros a centrarse en la bajura y en especies como el chicharro o la caballa.

En Cantabria, los pescadores ya se han "resignado" a que la costera vaya a acabar con malos resultados, según ha explicado a Europa Press el presidente de la Federación de Cofradías de Pescadores, Manuel Vinatea.

El fenómeno se viene produciendo en toda el Cantábrico noroeste, y por eso los pescadores ya han comenzado a organizarse para analizar qué respuesta dar a este problema.

De momento, en septiembre tienen prevista una reunión con la Secretaría General del Mar, y también para ese mes están preparando una reunión de todos los pescadores del Cantábrico noroeste.

La costera del bonito comenzó el pasado mes de junio, pero la pesca que se han 'tropezado' las embarcaciones es muy escasa. De hecho, es de dimensiones similares a la que se detecta en los momentos finales de la costera, para lo que deberían quedar meses.

Es un fenómeno que los pescadores no "entienden" ni se saben explicar, ya que a estas alturas de la costera apenas han movido 1,5 o 2 toneladas de bonito, cuando lo normal por estas fechas sería que se movieran en los niveles de entre 12 y 15 toneladas de pescado.

Lo que se 'tropiezan' las embarcaciones cántabras es poco y de escasas dimensiones, más apropiado para la pesca deportiva o pequeños barcos de recreo, pero no con los pesos de doce o quince kilos a los que están habituados.

La consecuencia es los barcos están renunciado al cerco para centrarse en artes como el cebo vivo, y tratando de compensar esta costera con otras especies, como el chicharro o la caballa.

Faenar con mayores dimensionen no les compensa económicamente ni resulta rentable a embarcaciones con entre cuatro y diez marineros, que temen que apenas puedan pagar la Seguridad Social y el gasoil.

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