El bárbaro que blandía una máquina de escribir

  • La película ‘Conan el bárbaro’ se estrena este viernes en España.
  • Robert E. Howard, creador del personaje original, es considerado uno de los padres del género de la fantasía heróica.
El escritor tejano Robert E. Howard a los 26 años. De niño era enfermizo y débil.
El escritor tejano Robert E. Howard a los 26 años. De niño era enfermizo y débil.
Cortesía de Dolmen Editorial.
El escritor tejano Robert E. Howard a los 26 años. De niño era enfermizo y débil.

El 11 de junio de 1936, Robert Ervin Howard asumió que su anciana madre no despertaría del coma. Ya en casa, fue a su habitación y escribió cuatro versos. Salió de la vivienda unifamiliar, entró en su Chevrolet de 1935 y apoyó el cañón de un Colt.308 en su cabeza. Acababan así, desplomados sobre el volante, los 30 años de vida de un escritor tejano considerado uno de los padres de la fantasía heroica.

Su nombre no es conocido en España, pero una de sus creaciones ha entrado en el imaginario colectivo: Conan, el cimmerio. Puede no ser desafortunado, ya que el parecido físico entre creador y creado era grande. Howard, como el bárbaro, era alto, una masa de músculo, tenía los ojos azules y el pelo negro.

Una vida tejana

Nació en Texas, en una familia sobreprotectora y sin buena relación entre sus progenitores. Su padre vigilaba su comida, amigos y lecturas. Ella no admitía críticas sobre su pequeño y madre e hijo desarrollaron una relación demasiado estrecha. Fue un muchacho débil, enfermizo, que soportaba las palizas al chico nuevo en las diez ciudades donde transcurrió su infancia hasta que, con 13 años, su familia se asentó en Cross Plains, en el centro del estado.

Allí levantó pesas, boxeó. Se convirtió, hasta que engordó por su enorme afición a las tortitas, en más de 180 centímetros y 90 kilos de puro músculo. Era introvertido y caprichoso, gran lector y erudito en historia. Comenzó a escribir a los 15 años. Con 18 vendió su primer relato, La lanza y la espada, a la revista de literatura popular Weird Tales, donde saldría la mayor parte de su obra.

En esas publicaciones populares, tras unos comienzos muy duros, Howard daría vida a sus héroes. Bárbaros que llegaban a reyes, como Kull el conquistador o Conan el cimmerio; Solomon Kane, el puritano inglés armado con un talismán voodo; aventureros pictos y celtas en la Britania romana; el boxeador Steve Costigan; historias del oeste americano y un sinfín de géneros, incluido el erótico. Este último le avergonzaba.

A principios de la década de los 30, Howard comienza a cartearse con el escritor, también de revistas populares, H. P. Lovecraft. En esa correspondencia discutían sobre una idea muy frecuente en los relatos del tejano: la barbarie contra la civilización. También de teorías geológicas, de historia, de la decadencia de las razas, de eugenesia...

La estrella de los 'pulps'

En 1934 Robert E. Howard era la gran estrella de Weird Tales. Publicó en diez de los doce números y fue portada de cuatro. Tenía novia, Novalyne Price, pese a la oposición de sus padres. Y, literariamente, empezó a alejarse de las ciudades exóticas y las mujeres semidesnudas para usar referentes cercanos e incluir a Conan en historias de fronteras y colonos, similares al Texas de su infancia. Experimentaba. El bárbaro era una presencia fuera del escenario. Empezó a saborear las pequeñas cosas que la vida civilizada le ofrecía.

Pero 1935 no fue su año. Su novia le dejó por uno de sus mejores, y escasos, amigos; el editor de Weird Tales, que le debía 800 dólares en relatos, rechazó un cuento de Conan cansado de experimentos; su madre enfermó de tuberculosis y las facturas comenzaron a acumularse. En los años de la postDepresión, Howard entraba en la suya. Fruto de estas circunstancias escribió Clavos Rojos, "la historia más excitante y sangrienta de todas", como el mismo la describía.

En ella, la barbarie desaparece de la ecuación y es la civilización la que se destruye a si misma. Durante 30.000 palabras, en una exótica ciudad de jade, Conan y la pirata Valeria luchan en una guerra intestina entre los descendientes de dos hermanos enfrentados por el amor de la vampira Tascela, que compite con Valeria por la atención de Conan. Los críticos han visto en Clavos Rojos una alegoría de la relación entre Howard, Novalyne Price, el amigo traidor y los padres del escritor. Esta historia y la fronteriza Más allá del río Negro están consideradas las mejores historias de Conan.

Meticuloso hasta el final, Howard compró días antes de su suicido tres parcelas en el cementerio, dejó preparado el funeral de su madre, preguntó a un médico si una persona realmente moriría si recibiese un tiro en la cabeza y pidió prestado un Colt.308, ya que su padre le había quitado las armas que coleccionaba por miedo a un suicidio.

H. P. Lovercraf escribió a su muerte: "La mayor pérdida de la literatura fantástica, devoto de las viriles tradiciones homéricas y su vida se hubiera prolongado, habría dejado huella en la literatura seria con una epopeya sobre su amado sudoeste".

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