Los pescaderos no ponen la etiqueta que les pide la ley

La normativa europea entró en vigor en 2002 y obliga a todos los puestos a mostrar las características del producto

Si no conoce al pescadero, puede que le den gato por liebre.

Ocurre con cierta frecuencia que se va usted todo contento con su dorada del Mediterráneo y resulta que es de piscifactoría.

O con las gambas frescas y en realidad están descongeladas. Pequeñas trampas que duelen al bolsillo y que es posible evitar si los vendedores cumplen con la norma europea que obliga desde hace tres años a mostrar al cliente las características del producto, bien en la etiqueta o en una tablilla al lado.

Pero, eso sí, bien a la vista. Ayer, ningún puesto del mercado Central informaba a sus usuarios de si el pescado era de criadero o de mar. Incluso, uno de los dependientes que pasaba de la norma mostró a 20 minutos la circular del Ayuntamiento recordando la obligación de tener junto al producto una etiqueta de 9 centímetros en la que se detalle el nombre de la especie, el método de producción (pesca extractiva, criado o marisqueo), zona de captura y hasta la fecha de caducidad si es congelado.

«El mismo cartel» La responsable del servicio municipal de Sanidad, Laura Fernández, asegura que hay inspecciones periódicas y «se puede multar y perder la licencia si no se demuestra la procedencia del pescado». Para J. G, con un puesto en Atarazanas, la etiqueta no es garantía: «Puedo tener una rosada de hace tres días y otra de hoy, y a todas les pongo el mismo cartel».

Así, y mientras no se cumpla la norma, los usuarios siguen con el método de toda la vida: fiarse del pescadero. «Si me engaña no vuelvo», asegura M. V. V, que lleva 10 años con el mismo. También funciona el truco de las agallas y el brillo de los ojos.

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