En una entrevista concedida a Europa Press, Jiménez ha hecho hincapié en que "cuando uno ve que el trabajo ha cundido y ha producido un resultado a un problema social o personal y, dentro de estas posibilidades, has conseguido algo, es extraordinario".

Tras 25 años ejerciendo de fiscal en Huelva, los casos que se han quedado marcados en la memoria han sido el de Ana María Jerez Cano, una niña de nueve años que falleció asesinada en 1991 en Huelva, el de la secta de Mazagón y el de Mari Luz, pero a su vez, ha calificado de "duros" los años que trató asuntos de dramas familiares y situaciones personales y sociales que "te llegaban al alma".

Como en todas las profesiones hay otra cara, que es la más dura y, según ha manifestado Jiménez, en su caso es "poder sacar todos los casos adelante y que la Fiscalía funcione con los medios que tenemos, peleándome por conseguir cosas".

Del mismo modo, ha incidido en que "también es muy duro encontrarte que no tienes todas las respuestas a las dudas que se plantean", ya que, según ha asegurado Jiménez, "no siempre está en tus manos responder a cuestiones y la justicia no puede llegar a todo e incluso a veces te encuentras limitado", a lo que ha añadido que "no se puede solucionar todo por la vía judicial".

"Lo peor es verte limitado en cuestiones que creías que podías solucionar y que no siempre salen como pretendes y luego echas horas y horas de trabajo para nada. Esto es duro de llevar, pero es nuestro trabajo".

Jiménez ha destacado que parece que el fiscal "sólo lleva casos penales, parece que es el malo de la película, pero tenemos tanta intervención en otro tipo de asuntos en los que en definitiva tratas de defender a las personas que no están en condiciones de protegerse a sí misma, como los menores, los ausentes o los discapacitados".

"trato humano"

En este sentido, ha añadido que "lo más importante es el trato humano con las personas y encontrarte con situaciones personales y dramas, que se llevan sin que nadie se entere".

"Tengo guardado un estuche y una pluma que una mujer me dio porque su hijo había muerto y gracias a nuestro trabajo consiguió cobrar una pensión, yo no la quise aceptar, pero finalmente acepté y para mí esta pluma vale más que cualquier otra sentencia condenatoria", ha concluido.