Las viñetas de feroz humor negro del ruso Reey Whaar

  • El artista, que tiene 23 años, crea escenas que combinan humor y violencia.
  • Sus dibujos tratan sobre la brutalidad policial, la desnutrición, el racismo, el suicidio...
  • "Invertimos todo nuestro esfuerzo en destruir el planeta entero, pero aún no tenemos cura para el cáncer o el sida. Claro que vivimos en un mundo cruel".
Una de las ilustraciones de Reey Whaar, creador de escenas tan tristes como cómicas
Una de las ilustraciones de Reey Whaar, creador de escenas tan tristes como cómicas
Reey Whaar
Una de las ilustraciones de Reey Whaar, creador de escenas tan tristes como cómicas

Un hombre negro recibe en la cara brochazos de líquido corrector, una muñeca hinchable tiene en su boca -abierta en una eterna sopresa- un fajo de billetes enrollados, un conejo blanco y un lobo feroz posan humanizados en una foto de bodas, el auricular del teléfono dispara una bala...

El artista ruso Reey Whaar (Moscú, 1988) es de la opinión de que la sociedad restringe nuestro derecho a escenificar el humor mediante la desgracia con montones de leyes no escritas sobre corrección política. A ellas responde con dibujos de un feroz humor negro.

Con la agilidad y el entusiasmo de un experto en humor negro, combina violencia y comicidad. "No son en absoluto opuestos. Lo contrario a la violencia es la paz. No hay paradoja en mezclar esos dos mundos: un hombre se resbala con la cáscara de un plátano, se rompe el cráneo y muere. Es bastante violento y sin embargo, cómico".

"Mi arte simplemente existe"

Utiliza acuarelas, gouache (témpera opaca), tinta, sal y alcohol sobre un buen papel de dibujo. "La sal proporciona una maravillosa textura granulada y la tinta me gusta por cómo salpica y se amontona", dice confesando su amor por la alquimia.

Empezó a dibujar a los 16. A pesar de tener 23 años, no espera mucho de la humanidad.

Cuando se le pregunta si, a su parecer, el mundo es realmente tan sombrío como él lo retrata, contesta: "Somos capaces de invertir todo nuestro esfuerzo en destruir el planeta entero, pero aún no tenemos cura para el cáncer o el sida. Claro que vivimos en un mundo cruel".

En su desilusión no tiene reparos en dibujar escenas de brutalidad policial, desnutrición y racismo. No espera que las escenas que crea vayan a cambiar su modo de ver las cosas. "Mi arte simplemente existe. No está de moda eso de ponerse bajo un árbol y esperar a que caiga la manzana sobre nuestra cabeza".

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