Tan armónico en sus facciones, en su cuerpo, en sus músculos, en sus huesos... que si Miguel Ángel viviera en estos tiempos, no lo habría dudado: Beckham sería su David, el canon, la escultura que marcaría esa belleza inmortal, imperecedera y perfecta.
El sábado se batió en duelo en Los Ángeles con su antiguo equipo, el Real Madrid, y se encontró con viejos camaradas, como Iker Casillas, y nuevos rivales en el campo de juego y también en las campañas publicitarias, como Cristiano Ronaldo.
El feliz papá...
El buen hijo...
Al que le costaban los números. Con su hablar pausado y su tono bajo, este tímido y correcto británico, que desea para padrinos de su nueva hija a los príncipes ingleses Guillermo y Catalina, siempre ha tenido buenas palabras para sus progenitores, a quienes ha agradecido que le inculcaran su amor por el fútbol. Su madre, peluquera, lo único que parece rechazar de su hijo son sus cortes de pelo, y eso que ambos son muy dados a los cambios de imagen. Beckham, el mediano de tres hermanos (tiene una hermana mayor y otra menor), destacaba en el colegio, pero no por el fútbol, sino por su faceta artística en la asignatura de Música. Su gran calvario parece que fueron las Matemáticas, aunque a la vista de su carrera... solo le hacen falta para seguir sumando ceros.
100% 'metrosexual'
Maquillaje, esmalte o cremas de su mujer... El jugador de fútbol que tanto dinero ha ganado con la publicidad no ha tenido jamás pudor en reconocer su afición a la estética. Hay quien asegura que puede llegar a gastar hasta 70.000 euros al año en peluquería. De hecho, es el paradigma del hombre metrosexual. Es la moda tan atractiva para él que ha llegado a confesar que de no haberse dedicado al balón ese habría sido su universo.
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