La representación de las provincias pequeñas, uno de los problemas de aplicar el modelo electoral alemán de Rubalcaba

Los expertos también ven difícil cómo repartir en nuevos distritos electorales el voto de las más grandes
El Presidente Del Parlamento Federal De Alemania Visita El Congreso
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EUROPA PRESS
El Presidente Del Parlamento Federal De Alemania Visita El Congreso

Aplicar en España el sistema electoral alemán exigiría replantearse la representación de las provincias pequeñas y crear distritos electorales nuevos también en las más pobladas, unas dificultades técnicas y de consenso político que los expertos creen que costaría superar y que podrían provocar "tensiones territoriales".

El sistema alemán es considerado uno de los más proporcionales del mundo y la idea de su aplicación en España fue lanzada por Alfredo Pérez Rubalcaba en su primer discurso como candidato del PSOE a las próximas elecciones generales. Aunque discrepen sobre la necesidad o no de cambiar la fórmula, los expertos consultados por Europa Press coinciden en las dificultades políticas de diseñar un nuevo mapa electoral, entre otras complicaciones.

La mitad de los escaños del parlamento federal alemán, el Bundestag, se elige en distritos uninominales. De trasladarse esto a España, sería necesario crear unas 175 circunscripciones nuevas, la mitad de los 350 escaños del Congreso, y hacerlo dentro de cada provincia porque estas son las señaladas por la Constitución como circunscripción electoral (salvo una reforma constitucional que sentase las bases de un sistema nuevo).

A partir de ahí, los partidos políticos tendrían que decidir cómo subdividir el mapa por ejemplo de Madrid o Barcelona para que la mitad de sus diputados fueran elegidos en distritos uninominales y la otra mitad, a través de listas cerradas, pero también cuál sería el futuro de provincias de pequeño tamaño y que eligen un número impar de representantes, como Zamora, Teruel o Ávila.

"¿Reunimos Ávila y Soria, por qué? ¿Y Castellón, partido por la mitad...? Esto genera tensiones territoriales, problemas muy complicados de resolver en la práctica", pone por ejemplo Ángel Sánchez Navarro, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad Complutense de Madrid.

"Las tensiones más fuertes serían en lo que se refiere al diseño del distrito, puede influir mucho que se combine una zona de voto mayoritario de izquierda con otra de derecha o, por el contrario, hacer distritos que más o menos coincidan con una zona de voto de derechas, de izquierdas", agrega Carlos Vidal, también profesor de Constitucional en la UNED.

Un sistema complejo

Los ciudadanos alemanes eligen a los miembros del Bundestag a través de dos vías. La mitad de ellos, en circunscripciones uninominales; los partidos políticos presentan candidatos y quien más votos logra obtiene el escaño. La otra mitad de parlamentarios son elegidos a través de listas cerradas. Estos dos votos aparecen en una misma papeleta: a un lado se señala el candidato al escaño uninominal y al otro, la lista del partido político elegido.

El escrutinio posterior está basado en un reparto proporcional puro; mediante una fórmula se atribuyen los escaños que le corresponden a cada partido en cada estado alemán según los votos que ha obtenido a nivel nacional, entrando en el reparto los partidos que han logrado al menos el 5 por ciento de apoyos.

El proceso no termina ahí, porque con esa cuota electoral llega después el reparto de escaños: cada partido suma primero los uninominales que logró en ese estado y, si la cuota le da más, añade los de la lista electoral cerrada hasta completar el número. Sin embargo, puede ocurrir, y ocurre, que un partido logre a escala nacional menos escaños que los que ya ha logrado por el reparto uninominal. En estos casos, esos parlamentarios ocupan igualmente su escaño y el Bundestag varía de número de miembros de una legislatura a otra.

El poder de los partidos

Esta consecuencia del sistema ha sido declarada inconstitucional y los partidos alemanes deben buscar una reforma, según ha explicado a Europa Press Carlos Vidal, quien expresa su preferencia por este método electoral. "Sería un buen sistema para darle más protagonismo al ciudadano, pero veo difícil el acuerdo", explica. "Beneficiaría a la democracia, pero pondría en cuestión el poder de los partidos", añade.

La fórmula, a su juicio, sería "perfectamente aplicable en España" a partir de las provincias, aunque Carlos Vidal es partidario de hacer la prueba en un proceso electoral más pequeño, por ejemplo, una Comunidad Autónoma. "Esperanza Aguirre ha dicho algo parecido, ¿por qué no empezar en Madrid?", pregunta este experto. "Probar una reforma tan drástica en las elecciones generales es un poco arriesgado", opina.

Vidal defiende la vinculación que se crea entre el votante y buena parte de sus parlamentarios, lo que obligaría también, a su juicio, a relajar la disciplina de voto en el Congreso. "¿Con qué legitimidad se le sanciona si se aparta de la disciplina a un diputado elegido por mandato directo? El escaño es suyo, es evidente", aclara.

Otra de las consecuencias positivas del sistema alemán, a su juicio, es que da más oportunidades de lograr representación a los partidos minoritarios a través del voto en listas cerradas, el llamado segundo voto, que es el que mide el reparto de escaños. Así, los ciudadanos saben que pueden dar una opción a estos partidos, aunque en el distrito uninominal opten por uno de los grandes.

El problema son los partidos

Ángel Sánchez Navarro, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad Complutense de Madrid, no comparte la idea de que España necesite importar otro sistema electoral. "No hay sistemas buenos o malos en abstracto. El alemán es bueno por lo menos en Alemania, donde ha funcionado bien. En España, complicaría mucho las cosas", señala.

La principal complicación radica en las nuevas circunscripciones. Cabría aplicarlo con base en las provincias, o reformar la Constitución para crear un nuevo mapa electoral. "¿Reunimos Ávila y Soria, por qué? ¿Y Castellón, partido por la mitad...? Genera tensiones territoriales, problemas muy complicados de resolver en la práctica", señala Sánchez Navarro, que reclama concreción antes de hacer propuestas.

Este experto reconoce que los resultados electorales cambiarían de aplicarse la fórmula alemana, pero advierte de que también lo haría la forma de votar y el funcionamiento de los partidos políticos. Este último asunto, a su juicio, es "la gran cuestión". "Se le echa la culpa a las leyes electorales, pero muchas cosas se resolverían si se practicaran mejor. El problema es que es muy difícil regular los partidos políticos", añade.

En cualquier caso, su criterio es que el sistema electoral español "no es malo". "Un sistema que a las 10 de la noche se sabe el resultado, que el que ha ganado tiene mayoría y que el que tiene mayoría gobierna, me parece que no está mal", defiende, para admitir que caben ajustes. En caso de hacer pruebas, Sánchez Navarro apuesta por introducir cambios paulatinamente para "ir creando otra cultura" de voto y en procesos electorales como las europeas o las municipales, "no en la sede de la soberanía nacional".

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