Efectivos de la Guardia Civil de Albacete y Almoradí (Alicante) han desarticulado una banda dedicada a la sustracción de cable de cobre que operaba en las provincias de Albacete, Alicante, Almería, Córdoba, Murcia y Valencia en la llamada 'Operación Descargados/Cabra', que se ha saldado con la detención de 15 personas por 88 hechos delictivos, donde sustrajeron hasta 2.670 kilogramos de cableado de cobre.

Los robos eran cometidos fundamentalmente en explotaciones agrícolas y fincas rurales, donde robaban el cable instalado en transformadores de energía eléctrica y líneas de suministro eléctrico y de telefonía, así como herramienta y maquinaria, ha informado la Subdelegación del Gobierno en Albacete en nota de prensa.

Las investigaciones se iniciaron en el mes de marzo, cuando, tras la comisión de varios robos, se localizó la base de operaciones del grupo en las localidades de San Isidro y Callosa de Segura (Alicante), desde donde cada tarde-noche los delincuentes partían hacía los distintos lugares donde previamente habían planificado los robos.

Según la Subdelegación, se trataba de una organización delictiva perfectamente estructurada y jerarquizada, con especialización en diferentes funciones, como la planificación, ejecución del robo, ocultación de los efectos sustraídos, pelado, quemado y troceado del metal, transporte y venta en centros gestores de residuos.

El objeto del delito principalmente era cableado de cobre, siendo la prioridad el que se hallaba instalado en pivotes de riego, transformadores de energía, cuadros eléctricos o en sistemas de extracción de aguas. En muchas ocasiones sustraían además gasóleo agrícola bonificado de almacenes cercanos a las casetas de los transformadores.

Asimismo, se apoderaban de cualquier tipo de herramienta, maquinaria, electrodomésticos, material informático o enseres que pudieran localizar en el interior de casas de labranza y viviendas, efectos que posteriormente eran vendidos a bajo precio en el mercado negro.

Destino del cobre

El destino del cobre sustraído eran siempre tres establecimientos dedicados a la recuperación, transformación y comercialización de residuos sólidos, ubicados en las provincias de Alicante y Murcia.

Tras cometer los hechos, los delincuentes regresaban a sus domicilios sin ningún objeto sustraído, ni las herramientas necesarias para la sustracción, ya que siempre lo dejaban oculto en un agujero ubicado en una zona de monte a unos 30 kilómetros de su lugar de residencia.