Mini habitantes de la comida

  • El artista Christopher Boffoli fotografía a figuritas humanas que viven en un mundo de alimentos gigantes.
  • "Elegí la comida por su variedad de texturas y colores, sobre todo vista de cerca".
  • Para cada foto escribe una frase o una pequeña historia que convierten la escena congelada en una narración.
Boffoli acompaña sus fotografías de pequeñas historias: "Gary siempre usó demasiada mostaza. Pero nadie podía mencionarlo, era un asunto gremial"
Boffoli acompaña sus fotografías de pequeñas historias: "Gary siempre usó demasiada mostaza. Pero nadie podía mencionarlo, era un asunto gremial"
Christopher Boffoli
Boffoli acompaña sus fotografías de pequeñas historias: "Gary siempre usó demasiada mostaza. Pero nadie podía mencionarlo, era un asunto gremial"

Reducirse de tamaño y enfrentarse a un mundo donde lo insignificante se torna peligroso es una idea que seduce visualmente. Las briznas de hierba forman bosques, las arañas son fieras casi robóticas, las migas de un pastel bastan para comer todo el día.

Hay ejemplos en la literatura y en el cine. Desde Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift hasta El increíble hombre menguante (Jack Arnold, 1957) o la mil veces televisada Cariño he encogido a los niños (Joe Johnston, 1989).

El artista estadounidense Christopher Boffoli fotografía paisajes culinarios para sus seres humanos diminutos. "Elegí la comida porque ofrece una gran variedad de texturas y colores, sobre todo vista de cerca. Con los juguetes, es de los elementos más comunes en todas las culturas del mundo".

Cuando Boffoli tenía ocho años, había el sótano de su casa una maqueta de tren que montó su padre. Le gustaba observar a las personitas, 87 veces inferiores en tamaño a un humano real, que esperaban sentadas o caminaban por los andenes y negocios de la estación. También era un fan de los coches de metal Matchbox.

Cortad el césped sobre un campo de brócoli

Los seres que retrata con esmero tienen que ver con esa admiración de la infancia y combinan con la búsqueda de la luz ideal y la composición de escenas perfectas que el artista intenta captar en sus fotos. Ya lleva más de 85 imágenes de esta serie a la que ha llamado Disparity (Disparidad) y que tiene intención de seguir ampliando.

Taladrando fresas, remando sobre el charco de una botella de leche derramada, cortando el césped sobre un campo de brócoli o trabajando en la reparación de la cáscara de un huevo, la actitud de los personajes es normal y no parece sorprenderles vivir rodeados de comida. Los gigantescos alimentos parecen el único mundo que conocen.

"Siempre utilizo alimentos de temporada, frescos y con muy buen aspecto. Hay mucho de trampa cuando se fotografía la comida con un fin comercial. Por ejemplo, el pegamento blanco suele ser un sustituto de la leche porque es más blanco. En mi trabajo todo es real y comestible", dice el artista con el orgullo de quien da lo mejor a sus hijos.

Como parte del proyecto,  Boffoli escribe para cada instantánea una frase o una pequeña historia que aporta un tono de cuento a la imagen.

Un hombrecillo con el sombrero ladeado toca la guitarra en el borde de una taza.Las piernas le cuelgan a poca distancia de la negrura de un café solo.  "A pesar de la seguridad de sus compañeros, Justin seguía pensando que no era lo suficientemente bueno para tocar fuera", dice el texto que complementa a la melancólica escena.

De ser una de esas miniaturas, ¿de qué comida desearías estar rodeado Christopher Boffoli?: "Es difícil contestar. Demasiado de cualquier cosa siempre es malo y si comes montones de algo que te gusta puedes cansarte pronto. Aún así, un pastel de chocolate de 20 veces mi tamaño podría ser interesante".

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