Ha firmado el guión de Tesis, Abre los ojos, Mar adentro y Ágora, pero desde 1999 (Nadie conoce a nadie) no dirigía un largo. Ahora presenta un western sobre amistad y valores: Blackthorn.

¿Es un proyecto difícil, verdad?

Solo pudo hacerse cuando un productor se atrevió a apostar por él, pese a que el presupuesto no era muy alto: cuatro millones de euros.

¿Por qué rodar, a estas alturas, una película del Oeste?

Debe ser el capricho de todo director... Me he criado viendo westerns, y eso marca. Hay un cierto prejuicio hacia el género, sobre todo entre los jóvenes, pero espero romper esa barrera por ser una producción española. De momento, la respuesta de los que la han visto ha sido muy positiva.

¿Qué aporta al género?

Siendo una película muy clásica y en clave de homenaje, la historia tiene elementos, como la amistad o la justicia, todavía muy vigentes. Además, el mero hecho de haberla rodado ahora ya significa algo y le da un sentido novedoso.

Como director, ¿facilita o complica el trabajo transitar un género tan trillado?

Por ejemplo, es más sencillo explicar el estilo visual que pretendes al equipo, porque todo el mundo tiene claros los códigos de este cine. Por otro lado, hay una gran dificultad: exige agarrarse a cosas ya vistas, no romperlas, sin aburrir.

En días de infinitos efectos especiales, 3-D y acción incesante, usted propone calma y valores.

Suena a algo pasado de moda, ¿verdad? Por desgracia, creo que hay demasiados prejuicios en el cine actual, y el público se mueve muy en función de la publicidad y la manipulación de los medios. Pero cualquiera puede disfrutar de esta película, aunque vivamos en una especie de carrera de velocidad constante.

La película también tiene una reflexión: ¿Robar a los bancos?, ¿o a quien mete su dinero en ellos?

Sí, y eso resume lo que pasa en el mundo. He llegado a estar obsesionado con la crisis: está pasando algo muy gordo, y todavía está empezando. Es algo que traerá mucha cola y nos obligará a cambios muy grandes, esto es insostenible. Vivimos con tanta avaricia que todo terminará explotando.

¿Por qué ha estado 11 años sin dirigir un largometraje?

La industria está muy rara: tenía proyectos muy arriesgados que no salieron, porque quizá el loco sea yo. No sé cuándo podré hacer la próxima.

¿Rodaría en Hollywood?

Tendría que ser algo fuera de la industria. El negocio del cine de EE UU me asusta un poco.

Nació en Las Palmas de Gran Canaria en 1972. Guionista de todas las películas (salvo Los otros) de Amenábar, dirigió en 1999 Nadie conoce a nadie. Ha ganado cuatro Goya.