Valles pasiegos, el secreto que esconde Cantabria

  • Los valles de Miera, Pas y Pisueña están muy cerca de Santander.
  • Los pasiegos tienen unas arraigadas costumbres propias.
  • Los valles ofrecen museos, cuevas, balnearios, rutas y lugares para curiosos.
Son el "secreto de Cantabria".
Son el "secreto de Cantabria".
Vanessa Félez
Son el "secreto de Cantabria".

Como bien dice la campaña promocional de la zona, los valles pasiegos son “el secreto de Cantabria”. De esta región se conocen sus finas playas y suaves acantilados, sus cuevas, las villas marineras, los paisajes de Picos de Europa o la reserva del Saja, la arquitectura modernista de Comillas o la tradicional de Santillana del Mar. Pero son pocos los que saben que a menos de 20 kilómetros de Santander están algunos de los valles más pintorescos de la región.

Los valles de los pasiegos

Los valles de los ríos Miera, Pas y Pisueña son pasos naturales de la cordillera que separa Cantabria y las merindades de Castilla. Estas cuencas de difícil orografía son el hogar desde hace siglos de los pasiegos, una comunidad campesina de origen incierto que ha desarrollado costumbres muy peculiares para dar respuestas a los obstáculos de la dura vida en la montaña.

La muda es quizá la rutina más característica de este pueblo, y una de las que más ha influido en la imagen de los valles. El cambio de cabaña periódico de las familias a diferentes alturas de la montaña en busca de pastos para el ganado ha creado un encantador paisaje de verdes praderas, muros y casas de piedra dispersas por las pendientes de la montaña.

Aunque son pocos los pasiegos que mantienen vivas estas tradiciones en el día a día por el abandono de la actividad ganadera, los pueblos de la zona han hecho un esfuerzo por documentar y mostrar a los visitantes esta herencia.

Una de las citas imprescindibles para quien quiera conocer esta cultura es la romería del Día de Valvanuz. Cada 15 de agosto se celebra la fiesta grande de la comarca Pas-Pisueña, reconocida de interés turístico regional, en la que los habitantes de la zona se reúnen para honrar a la virgen y compartir algunas tradiciones. La jornada se desarrolla en el santuario de Nuestra Señora de Valvanuz, en Selaya. El templo, situado a los pies de un robledal, es una ermita del siglo XII que fue ampliada en el XVII y contiene una imagen de la virgen tallada en madera dehace 9 siglos.

Lugares de referencia para el viajero

En diferentes poblaciones de los valles se pueden encontrar también museos que hablan de los usos sociales, los deportes pasiegos, la gastronomía, la artesanía y los métodos de construcción y labranza de estas gentes. Junto al santuario de Valvanuz se encuentra el de las Amas de Cría Pasiegas, las mujeres que dejaron antaño estos valles para ir a cuidar y amamantar a los hijos de reyes y nobles en Madrid.

En San Vicente de Toranzo hay un museo etnográfico, y en Vega de Pas está el Museo de las Villas Pasiegas, con una reproducción a escala real de una cabaña tradicional. Antes de ir a estos centros, convienen informarse de si tienen un horario fijo o si hay que avisar por teléfono de la visita a la persona encargada de enseñarlo.

Otro de los puntos turísticos de referencia es Santa Cruz en Castañeda, una de las cuatro colegiatas que existen en Cantabria. El edificio data del siglo XI y sus visitantes disponen además de un centro de interpretación del románico para conocer mejor los detalles del templo y su época.

Además de cabañas y edificios religiosos, los valles cuentan con palacios, casonas y torres. Los balnearios de aguas termales son otro de los atractivos de algunos de estos pueblos. Existen establecimientos hosteleros que ofrecen tratamientos en Puente Viesgo, Alceda y Liérganes.

La montaña por dentro y por fuera

Los viajeros que busquen la tranquilidad de la sendas, encontrarán en los valles pasiegos multitud de caminos forestales, paseos cerca de ríos y rutas de montaña. Los paisajes del Pas y el Pisueña son alomados, con una equilibrada mezcla de verdes praderas, cabañas y robledales.

El valle de Miera tiene más relieves de roca desnuda, pero también cuenta con frondosos hayedos. Sobre sus riscos se pueden ver rebecos, que han sido reintroducidos recientemente tras más de un siglo de ausencia en la montaña oriental de Cantabria. En esta zona se encuentra la segunda red subterránea más grande de España, el Alto del Tejuelo, con 77 kilómetros de galerías exploradas.

En este último valle se puede visitar también la cueva de Sopeña, una reproducción de la del Salitre abierta al público que pretende mostrar cómo se vivía en el Paleolítico en el Alto Miera. En el Pas, cerca de Puente Viesgo, se encuentran las grutas de El Castillo y Las Monedas, consideradas Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 2008 por sus pinturas rupestres y valor arqueológico.

Pero los valles también tienen rincones que nos recuerdan a una historia más reciente. A los amantes de los lugares abandonados les encantará conocer el túnel de La Engaña, que perfora la montaña que separa Cantabria y Burgos. Este proyecto ferroviario inconcluso pretendía unir Santander y el Mediterráneo. Se construyeron estación y casas para los empleados y el pasadizo se completó, pero ningún tren llegó jamás a cruzar esa montaña. La falta de mantenimiento ha degradado esta obra, realizada en su mayoría por presos en tiempos de la dictadura. Actualmente no se considera un paso seguro por el alto riesgo de desprendimientos.

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