Exsecretaria de Corulla dice que se sintió "presionada" por ésta, única que le daba órdenes

Una acusada en el caso 'Malaya', que era secretaria de la presunta testaferro Montserrat Corulla --también procesada--, ha asegurado en la sesión de este martes del juicio contra la presunta corrupción en Marbella (Málaga), que se ha sentido "presionada" por ésta, que era la única que le daba instrucciones sobre su trabajo, y ha apuntado, incluso, que le dijo lo que tenía que declarar del principal acusado, Juan Antonio Roca, del que ha insistido, "jamás" recibió órdenes.
Una De Las Acusadas En El Juicio Del Caso 'Malaya'
Una De Las Acusadas En El Juicio Del Caso 'Malaya'
EUROPA PRESS
Una De Las Acusadas En El Juicio Del Caso 'Malaya'

Una acusada en el caso 'Malaya', que era secretaria de la presunta testaferro Montserrat Corulla —también procesada—, ha asegurado en la sesión de este martes del juicio contra la presunta corrupción en Marbella (Málaga), que se ha sentido "presionada" por ésta, que era la única que le daba instrucciones sobre su trabajo, y ha apuntado, incluso, que le dijo lo que tenía que declarar del principal acusado, Juan Antonio Roca, del que ha insistido, "jamás" recibió órdenes.

"En mi declaración de detenido, yo no tuve ninguna coacción del juez ni de la Policía, pero sí que he estado muy presionada por mi jefa, que es Montserrat Corulla. Cuando nos detuvieron dijeron esto no tiene nada que ver conmigo, es sólo algo político y que contestara a las preguntas que me iba a hacer el señor juez con las respuestas que yo di, que no son las correctas", ha asegurado Úrsula Quinzano, tras pedir al fiscal que la dejara explicarse.

Ha incidido en que cuando salió de los calabozos "Montserrat intenta presionarme y tengo que cambiar de teléfono móvil, cuando empieza el juicio en septiembre, me acorrala en los pasillos diciéndome qué es lo que tengo que decir", apuntando que también le dijo que iba a ir a hablar con Roca a la cárcel. Ha afirmado que contestó en el juzgado que el socio del gabinete jurídico Manuel Sánchez Zubizarreta era su jefe "porque ella me lo había ordenado".

"No podía mover un papel sin que Montserrat diera su autorización", ha apostillado la acusada, quien ha explicado que su trabajo era llevar la agenda personal de Corulla y ser "chica de los recados". Así, ha precisado que su jefa le dijo que "sí o sí" tenía que firmar para autorizarla para "poder recoger certificados" y hacer trámites cuando ella no estaba, pero que no le comunicó que era para ser administradora de ninguna sociedad.

La acusada, que ya rectificó sus primeras manifestaciones en una declaración posterior, ha negado que cobrara por ser administradora de esa empresa, aunque inicialmente lo declaró; y ha significado que ha cobrado talones de la nómina firmados por ella "y el banco no me los cogía porque la firma no valía porque me decían que la firma no era la misma".

Atender a roca

Respecto al papel de Roca, ha indicado que Corulla le dijo inicialmente que tenía que contestar que era un asesor, pero ha apuntado que ésta le dijo que él "era su jefe" y que cuando fuera a Madrid "tenía que atenderlo adecuadamente". En este punto, ha repetido en varias ocasiones que el principal acusado en este caso "nunca" le dio órdenes y que le atendía tanto a él como a su familia porque su jefa se lo decía.

Ha relatado cómo incluso el día del entierro de su padre tuvo que ir a recoger a la mujer del presunto cerebro de la trama al aeropuerto y cómo "Montserrat me decía compra jamón de York del que le gusta a don Juan Antonio".

Quinzano, que antes había trabajado como dependienta y llevaba un tiempo en paro cuando entró a trabajar para Corulla, ha manifestado que por el despacho de ésta "pasaba mucha gente importante, grandes decoradores, arquitectos, directores de hoteles y de bancos y gente del Ayuntamiento de Madrid y de la Comunidad", por lo que "tenía plena confianza en la legalidad".

Preguntada por la documentación relacionada con una causa judicial de Roca, intervenida el día de su detención en el despacho, ha dicho que le dijeron que eran documentos para fotocopiar, pero ha asegurado que no quiso esconder "nada" a la Policía, que ya había estado en el despacho "otras veces". Ha indicado que avisó a Corulla, aunque duda de si ella le dijo entonces que bajara las cajas al portero, aunque sí sabe que días antes le había dado esa orden, por si venía alguien "externo" a la oficina.

Visiblemente afectada en toda la declaración, ha asegurado que ha estado el tiempo que ha durado la instrucción del caso "en un limbo sin saber de qué estaba acusada ni lo que he firmado ni lo que no", porque nadie quería hacerse cargo de su causa. Además, ha dicho que cuando la detención estuvo asistida por un letrado "designado por ella" y que, aunque le dijo que le iba a pagar la defensa, "luego me pasó la minuta".

Ha insistido en que no dio órdenes ni tramitaba documentos y en que siempre había confiado en Corulla. Cuestionada por su defensa sobre por qué ésta la nombró a ella administradora y no a una amiga que era abogada, la acusada ha respondido: "ahora me he dado cuenta de por qué, yo no lo sé, pero que me pusiera a mí, que sabe que no tengo ningún conocimiento, en vez de a su amiga, que se podía enterar, yo creo que sí sabía lo que hacía, a mí me ha engañado, me ha estafado, o por lo menos me siento así. Me ha destrozado".

En la sesión también han declarado otros tres acusados, Hildegart Fernández, Celso Dema y Jesús Bravo, que no ha terminado. El segundo de estos procesados ha indicado que desconocía la existencia de determinados negocios, que, ha dicho, "se me han ocultado", de forma que "nadie me ha informado de que se estaba operando" a través de la sociedad de la que era administrador. Además, ha apuntado que firmas que constan en la causa como suyas son "una falsificación".

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