José María Maciá, quien se encuentra ingresado en la prisión de Herrera de la Mancha (Ciudad Real) por presuntamente matar a su mujer y sus dos hijos con una maza, está a la espera de que se le realicen las pruebas definitivas solicitadas por el perito psiquiatra que espera constaten su "enfermedad mental".

No obstante, desde hace un año Maciá estudia la posibilidad de dedicarse a la vida contemplativa, aunque no ha decidido en qué orden religiosa ingresará cuando concluya la causa judicial.

En este sentido, según su abogado, ya ha sido "tentado" por un monasterio de clausura benedictino, "como podía ser el Monasterio de Silos, en Burgos".

A pesar de ello, el presunto parricida "no cierra la posibilidad de ser misionero".

Mientras se encuentra en prisión, según explicó Trillo, Maciá "alecciona a sus compañeros del módulo de seguridad donde se encuentra recluido, hablándoles de Dios y del camino hacia la salvación".

Existe  "un amplio grupo de discípulos que escucha con atención diariamente sus enseñanzas místicas".

Así, según comentó su abogado, el psiquiatra forense que le reconoció en diciembre del año pasado mantuvo que el presunto parricida sufre "un desequilibrio mental congénito", pero que quiere diagnosticar "exactamente sus causas y efectos para incluir un informe completo en el sumario del caso" que se encuentra en fase de instrucción.

 Alegarán enajenación metal transitoria

A juicio del letrado, durante el suceso se produjo "una situación clara de enajenación mental transitoria" debido "al consumo de alcohol y de cocaína en grandes proporciones".

Según añadió, Maciá era una persona "que llevaba dos años rehabilitándose del consumo de drogas" y que además "sufría una patología congénita que le desencadenó un cuadro mental de absoluto bloqueo de la conciencia y de la voluntad", por lo que "espera conseguir la libre absolución de su defendido".

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