Según ha podido saber 20 minutos, las tiendas abonan cada una entre 40 y 45 euros mensuales (unos 1.000 euros en total) como contraprestación de los servicios prestados y cuentan con un vigilante de paisano por la mañana y otro por la tarde, en horario comercial.
Con la placa del ‘sheriff’
«Está recorriendo todo el día la zona, pero si vemos a alguien intentando sustraer alguna cosa o se pone demasiado pesado insistiendo en que le demos dinero, le hacemos una llamada perdida al móvil y viene enseguida. Les enseña una –supuesta– placa de Policía y los espanta de inmediato. Estamos encantados con él», explica un tendero.
Los comerciantes recuerdan que la presión de los rateros antes se centraba en la zona de la calle Músico Peydró (más conocida como calle de las cestas), «pero consiguieron vigilancia y los cacos se vinieron para esta zona, por lo que tuvimos que hacer nosotros lo mismo».
Además, en la calle Trench afirman que no son los únicos que hacen esto en Valencia, ya que en el entorno de la calle Don Juan de Austria «también tienen a un par de chavales» que les ayudan a evitar los pequeños hurtos.
También se avisan por ‘e-mail’
La tecnología también se ha convertido en un importante aliado de los comercios del centro histórico. De hecho, cuando alguna tienda detecta algo sospechoso (gente con billetes falsos, posibles timadores o supuestos ladrones) manda un e-mail a la Asociación de Comerciantes del Centro Histórico adjuntando la descripción completa del hecho y los protagonistas. La entidad, sin perder un segundo, reenvía el aviso a todos sus asociados para que estén alerta.
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