Rothko, Pollock, Tàpies y otros maestros del abstracto, en el Guggenheim de Bilbao

  • El museo inaugura 'Abstracción pictórica, 1949-1969: Selecciones de las Colecciones Guggenheim'.
  • Son obras de creadores que apostaron por la hibridación y la síntesis.
  • Los materiales ajenos a la pintura, la monocromía y el arte cinético se incorporaron a la pintura abstracta tras la II Guerra Mundial.
Uno de los lienzos del pintor húngaro Victor Vasarely (1906-1997), antecesor del Op Art
Uno de los lienzos del pintor  húngaro Victor Vasarely (1906-1997), antecesor del Op Art
Victor Vasarely - Solomon R. Guggenheim Museum, Nueva York - Donación, Sr. Alan H. Pollack y Sra.
Uno de los lienzos del pintor húngaro Victor Vasarely (1906-1997), antecesor del Op Art

El arte ya no tenía que ser armónico, porque el mundo estaba lejos de la perfección.

Acabada la II Guerra Mundial, la población no sabía reaccionar ante el descubrimiento de la maldad extrema. Los artistas europeos oscilaban entre ese trauma y la filosofía existencialista de las obras de Albert Camus y Jean-Paul Sartre.

El absurdo, la desesperación, la angustia, la resposabilidad absoluta del ser humano sobre sus actos, la reacción contra la filosofía tradicional... La pintura ya no era el experimento y los valores utópicos de las vanguardias anteriores a la guerra.

Ya sólo valían el revoltijo y el resumen: la hibridación y la síntesis.

Liberación política y retrato del subconsciente

El museo Guggenheim de Bilbao inaugura Abstracción pictórica, 1949–1969: Selecciones de las Colecciones Guggenheim, una exposición que ahonda en el momento de esplendor de la obra abstracta con cuadros de Antoni Tàpies, Jackson Pollock, Frank Stella, Victor Vasarely o Mark Rothko.

En España o Europa del Este, la abstracción fue un símbolo de liberación política. En europa, un rechazo al humanismo. En Estados Unidos nació el expresionismo abstracto, que tendía a representar el subconsciente y a enseñar sin disfraces las emociones del artista.

La muestra, con obras de la colección Guggenheim de Nueva York y Bilbao, destaca la afinidad de estos artistas que crearon su obra durante el comienzo y el desarrollo de la Guerra Fría.

Aunque los entornos culturales de cada uno fueran tan heterogéneos y la distancia física y política era a veces insalvable, el sentimiento de confusión y desamparo emocional los llevó a crear un arte que incluía materiales ajenos a la pintura, aplicaba la monocromía sin reparos y relacionaban el movimiento con lo estático de un lienzo.

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