Se convirtió en empresaria y diseñadora de menaje del hogar y camisetas, gastó todos sus ahorros en comprar un enorme stock y en abrir una tienda, y ahí comenzó la vorágine.

Lolita Flores se ha sincerado en una entrevista a ¡Hola! en la que confiesa los duros momentos económicos que ha atravesado en el último año. "Cómo no me van a quedar deudas si metí muchísimo dinero, muchos millones de pesetas, y la cosa no funcionó", revela.

El descenso de ofertas de trabajos interpretativos y la crisis que atraviesa el mercado discográfico no ayudaron a superar el bache, que la sumió en una depresión: "Me dan ataques de ansiedad, bajadas de tensión y he estado yendo a una psicóloga", relata. Pero lo peor para ella fue ver cómo su imagen se deterioraba ante la opinión pública: "Veía cómo tiraban por tierra mis 37 años de profesión, por no hablar de lo que han dicho de mi vida privada".

La situación llegó a un punto en el que la artista se vio obligada a empeñar "las cuatro cosas" que tenía. Su casa fue embargada.

Ahora, si se le menciona montar un nuevo negocio, lo tiene claro: "Una vez y no más, Santo Tomás".

Respecto al fracaso de su aventura comercial, no solo culpa de ella a su falta de experiencia o a la crisis. "Delegué en otra gente (... ) que me dejó pufos muy grandes".  Además, decidió fabricar en España en vez de en otros países más baratos, lo que le supuso "unos costes altísimos"

"He sentido como si no interesara en este país nada más que por las deudas", lamenta.

Ahora, trata de recuperarse acometiendo nuevos proyectos artísticos: acaba de rodar los primeros capítulos de la serie La vida loca para Telecinco, aunque teme que la producción podría ser retirada de la parrilla al no obtener los datos de audiencia deseados. En septiembre, se embarcará en una gira con Jesús Cimarro para hacer teatro cantado. Y no descarta subirse a un escenario con su pareja, Pablo. "Gracias a él y a mis hijos, a mi hermana, Rosario, y a mis amigos, estoy consiguiendo salir", concluye.