Nueve docentes vascos han pedido ayuda al Defensor del Profesor

Llaman desesperados por la situación en las aulas. El teléfono funciona desde diciembre y es atendido por tres psicólogas.
El estrés y la depresión son males de este tiempo, pero afectan a algunas profesiones más que a otras. Entre los colectivos con mayores tasas de depresión y estrés están los profesores. Nueve docentes vascos, agobiados por la situación que viven en las aulas, han recurrido al teléfono del Defensor del Profesor, en busca de ayuda y asesoramiento.

Con sede en Madrid, este servicio telefónico es una iniciativa que el sindicato de profesores de la enseñanza pública ANPE puso en marcha el 30 de noviembre.

No saben a quién contar

El teléfono comenzó con una psicóloga, pero ante el aluvión de llamadas recibidas de profesores pidiendo ayuda y consejo, ahora trabajan en él tres psicólogas.

«Nos llaman porque no saben a quién contárselo; ni los compañeros ni la dirección suelen solidarizarse con los profesores que sufren problemas psicológicos, insultos e incluso agresiones por parte de los alumnos», destaca Inmaculada Suárez, fundadora del servicio, psicóloga y profesora.

Según Suárez, los profesores tienen mucha necesidad «de que les orienten y conozcan su experiencia». Y es que, según esta experta, la mayoría de los que llaman se encuentran «desasistidos y no saben a quién recurrir».

Algunos docentes llaman para desahogarse, simplemente para que alguien les escuche, pero otras  llamadas han descubierto auténticos dramas. «Llaman muchos que están bastante afectados y con síntomas de depresión», asegura Suárez.

El teléfono es el 915 220 827 y funciona de lunes a jueves, de 9.30 a 13.30 y de 16.00 a 19.30 h, y los viernes, sólo por la mañana. Tiene un contestador automático donde se pueden dejar mensajes, que ellas siempre atienden.

Seis peticiones de socorro diarias

El teléfono del Defensor del Profesor está destapando la situación límite que viven muchos profesores. Desde que comenzó a funcionar, las psicólogas han recibido 450 llamadas de profesores pidiendo socorro, lo que da una media de seis diarias. «Estamos conociendo casos muy graves», asegura Inmaculada Suárez. Según esta psicóloga, muchos profesores no encuentran apoyo ni en los compañeros ni en la dirección del centro ni en la Administración. «Ellos mismos lo comentan y se lamentan: yo, que he mirado hacia otro lado cuando les ha pasado a otros, y ahora me pasa a mí», dice Suárez.

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