La mejor cartelería Art Nouveau, reunida para ilustrar el nacimiento del diseño gráfico

  • El Museo de Artes y Oficios de Hamburgo (MKG) inaugura una exposición sobre los albores de las artes gráficas a finales del siglo XIX y comienzos del XX.
  • Hay desde pósters de espectáculos de cabaret y portadas de revista hasta anuncios de cubitos de caldo concentrado.
  • El museo tiene una de las colecciones más completas del mundo sobre diseño, con unas 15.000 obras de autores como Toulouse-Lautrec o Alphonse Mucha.
Litografía de Alfons Mucha creada en 1897 para un calendario
Litografía de Alfons Mucha creada en 1897 para un calendario
Alfons Mucha - Museum für Kunst und Gewerbe Hamburg
Litografía de Alfons Mucha creada en 1897 para un calendario

Nuestro mundo es imagen. El diseño gráfico es un apéndice de la rutina: vive en el paquete de caramelos, en la marca de los vaqueros, en el brick de leche, en las señales de tráfico... Estamos tan acostumbrados a los logotipos, los símbolos y los colores de las revistas que ya no somos conscientes de verlos.

Hubo un tiempo en que la vida diaria carecía de dibujitos, las impresiones eran en blanco y negro y las artes plásticas eran cosa del arte. Entonces, a finales del siglo XIX llegaron ellos: Toulouse-Lautrec, Aubrey Beardsley, Alfons Mucha, Henry van de Velde... Y descubrieron que el arte puede anunciar, publicitar, residir en cada pequeña cosa con estilo, gracia e imaginación.

La democratización de la belleza

El  MKG, museo de Artes y Oficios, de Hamburgo tiene una de las mayores colecciones de los comienzos del diseño gráfico. Su colección consta de alrededor de 15.000 trabajos: posters, libros ilustrados, publicaciones periódicas,  calendarios, postales, papeles membretados... Justus Brinckmann (1843-1915), el fundador del museo en 1877, adquirió la mayoría de ellos.

De ese opulento fondo han reunido los ejemplos más preciados en la exposición Graphic Design in the Art Nouveau – The Image Sets Out To Conquer Everyday Life (Diseño gráfico en el Art Nouveau: La imagen conquista la vida diaria) que se acaba de inaugurar y se podrá ver hasta el 28 de agosto en la ciudad alemana.

La muestra es una historia del esteticismo inglés, el Art Nouveau francés, el Jugendstill de Viena y otros movimientos artísticos que introdujeron color e imaginación en el deporte, la moda, la política, la ingeniería o la vida diaria democratizando la belleza.

Entre las joyas hay pósters de conciertos, espectáculos de cabaret y exposiciones, también anuncios de cacao y cubitos de caldo o ilustraciones para el prospecto de un proyector de cine.

Fue alrededor de 1890 cuando las impresiones a color empezaron a despuntar en los anuncios y la cartelería. Hubo voces críticas en Estados Unidos contra lo que llamaban Cromo-civilización. Decían que tanto color amenazaba con crear un ambiente de superficialidad.

Pero la tentación era fuerte: las mujeres de vestidos vaporosos de Alfons Mucha y la vegetación con ondas de Hans Christiansen invadían anuncios de jabón, portadas de libros, revistas, programas de teatro... De repente todo podía ser hermoso.

La gran exposición del MKG estudia la explosión y el desarrollo del diseño gráfico, ahora mundial, masivo y en auge, antes entendido como un arte rompedor que mostraba el mundo con la indulgencia de lo estético.

Uno de los primeros nombres imprescindibles de esta historia de amor entre la belleza y lo funcional es William Morris (1834 – 1896), perteneciente al movimiento esteticista inglés y creador de la Escuela de Artes y Oficios de Inglaterra.

Morris estaba en contra de la producción en masa que había instaurado la Revolución Industrial y buscaba una vuelta a la artesanía medieval. Diseñó elegantes patrones para textiles, tapices, tipografías e ilustraciones para libros de tal gusto y precisión que dejaba en evidencia las técnicas de impresión masificadas.

El arte visita a la moda

Más tarde el arte visitó a la moda. El parisino Jules Chéret (1836-1932), un dandi con chistera y bigote blanco, para muchos el padre del cartel moderno, dibujaba escenas livianas y festivas para anunciar colonias, cosméticos, licores, espectáculos de variedades... Sus mujeres eran e piel lechosa, se adornaban con flores, se reían mientras enseñaban la espalda descubierta. Toulouse-Lautrec y Pierre Bonnard también quisieron formar parte de la affichomanie francesa.

A mediados de la década de los noventa del siglo XIX Aubrey Beadsley y Alphonse Mucha rizaban el rizo. Los ideales de belleza estilizada, armonía y despreocupación que plasmaban en su cartelería pecaban de alejarse demasiado de la realidad y eso contrastaba con la utilidad del producto que tenían que vender. Ese rasgo, con el tiempo, se ha convertido en una seña de identidad de la publicidad.

Con el siglo XX los arquitectos y diseñadores introdujeron el diseño como herramienta para dotar a las empresar de carácter. el belga Henry van de Velde (1863-1957) diseñó la primera identidad corporativa de la historia. El cliente era Tropon, una empresa de comestibles.

Los carteles expuestos en el MKG de Hamburgo, con autores  como  Toulouse-Lautrec,  Thomas Theodor Heine, Lucian Bernhard, Kolo Moser o Alfons Mucha, además de ser arte, son anuncios que determinaron en pocos años la cultura visual que nos rodea.

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