Un joven encontró en el bosque a un pequeño hombrecillo de color verde que estaba malherido, y le curó. El hombrecillo, agradecido, le dijo al joven que le enseñaría los secretos de las plantas. El joven se fue con él al bosque y aprendió hasta que estuvo preparado para trabajar en una aldea cercana. Pero, antes de partir, el hombrecillo le dijo que si alguna vez estaba en apuros, frotase unas hojas de roble.

El joven pronto encontró trabajo en palacio como jardinero. Como conocía bien su oficio, todos estaban contentos con él. Pero el que no andaba contento era el rey, que quería ganar una batalla y no tenía suficientes soldados. Entonces el joven, quien sentía simpatía por el monarca, frotó las hojas de roble, y de inmediato apareció el hombrecillo verde con una armadura de plata y un numeroso ejército. El joven partió a la guerra y ganó la batalla. El rey estaba tan contento que dio un banquete en honor del joven, pero éste no apareció...

Al amanecer, apareció el hombrecillo verde y le dio al joven un traje bordado en oro. Clarines y trompetas anunciaron al joven caballero con su ejército en palacio. Al verlos, el rey se puso loco de contento y le entregó un cofre de oro y la mano de su hija.

Muchas veces, el aprendizaje de un oficio, y un poco de valor y de suerte, nos abren las puertas de la vida.

Próximo viernes: 17/El Sol, el Frío y el Viento