Más económicas son las cajas de obra, con un precio a partir de los 270 euros. Va empotrada en un muro de la vivienda, que debe tener una cámara de aire. Suelen colocarse en respiraderos, conductos de cables e, incluso, en el suelo; y los expertos no recomiendan empotrarlas en muros de pladur, por su inconsistencia.
Para quienes no tengan demasiado que guardar, existe una tercera modalidad: las cajas ocultas. Y es que tan importante como la seguridad de la caja es su camuflaje. Este tipo tiene la forma de un pequeño cilindro y se puede esconder en el cajetín de un enchufe, las rejillas del aire acondicionado o la repisa de una ventana.
Además de la tipología, también la clientela de este tipo de productos ha cambiado mucho en los últimos años. «Ya no se interesa sólo la gente adinerada, sino la previsora –destaca Navarro Escudero–; los coleccionistas de sellos o monedas, por ejemplo, cada vez se acercan más a estas soluciones».
La última novedad en cajas fuertes es la cerradura electrónica, un producto mucho más especializado y orientado a públicos como sucursales bancarias o agencias de viajes, obligadas por ley a contar en sus establecimientos con cajas de seguridad.
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