Isabel Coixet estrena en Valencia su primera obra teatral, que ya debutó con éxito en Barcelona y que cuenta una historia de amor postal. Sus protagonistas son Carmen Elías y Josep Minguell. ¿Cómo se juega a hacer teatro con correspondencia? Busqué en cada carta una emoción y una manera diferente de ponerla en escena. ¿Pesan más las cosas que no se dicen que las que se escriben, en esta obra a dos bandas? Sí. Como cosas que se imagina el otro. Es muy bonito… Parece que ya es una constante en su carrera. Desde que era pequeñita me han gustado los mensajes que no llegan o se manipulan. Comenta que la realidad inmediata no le inspira. Me cuesta. La realidad se ha de digerir. Y he de tomar distancia para poder hablar. ¿Ha pisado la librería desde donde Hanff enviaba cartas a Frank Doel? Está en Londres. Una placa dice que allí hubo una librería. Ahora hay un Pizza Hut, a menudo lleno de gente. Es una responsabilidad hablar de gente que existió. No puedo traicionar a sus fantasmas. ¿El equivalente moderno a esta relación epistolar es Internet? Es lo mismo. La gente se proyecta. Dice cosas y esconde otras. Hay la misma decepción y miedo a decepcionar. Cuando la gente se conoce por Internet y después se encuentra, nunca es lo que se había imaginado. ¿Los directores están sobredimensionados? Sí. Es raro, pero lo acepto. El mérito de los actores no se valora, y, sin ellos, los directores no serían nadie. ¿Qué ha aprendido de los premios? Encuentro ridículo que la gente diera importancia a que en los Goya me quedara en blanco. ¡Es patético! ¿Le obsesionan las gafas? Llevo desde los cinco años. No las cambio a menudo…, pero ya que he de llevarlas, que sean bonitas. Colecciono de todo el mundo. En las operaciones de láser no me verán. Me da miedo correr un riesgo innecesario. * L’Altre Espai. Platero Suárez, 11. V, a las 20.30; S, a las 22.00, y D, a las 19.00h. 14 euros. Hasta el 13 de febrero.