El 'regalo envenenado' de la muerte de Bin Laden: se reaviva el debate sobre las torturas

El extraño júbilo que se dio en las calles de EE UU tras el anuncio de la muerte de Osama bin Laden tras una operación militar norteamericana en Pakistán, puede empañarse por un nuevo y polémico debate. La legalidad de la acción, las técnicas de inteligencia que llevaron a la localización del enemigo público número uno han reabierto una discusión que, al final, es más universal de lo que parece: ¿el fin justifica los medios?

El relato oficial de cómo se sucedió la operación Gerónimo todavía es confuso y las sucesivas versiones que del mismo hace la administración Obama no ayudan a clarificar el asunto. En cualquier caso, lo que se va conociendo ofrece muchas sombras, empezando por la génesis de esta operación. La pista que puso en marcha este operativo parece  partir de un prisionero de Guantánamo que sufrió torturas: Khalid Sheik Mohammed.

Así lo reconoció el director de la CIA, Leon Panetta, en una reciente entrevista con la cadena estadounidense NBC. En sus memorias George W. Bush ya reconoció que este hombre había sido interrogado con técnicas como el ahogamiento simulado o waterbording (declarada por la ONU como tortura), como así lo confirmó en su momento el exdirector de la CIA, Michael Hayden.

No han tardado mucho en aparecer diversos miembros de la anterior administración -la del propio Bush-, como John Yoo, que trabajó en el Departamento de Estado, para celebrar la noticia y para justificar sin ningún reparo la utilidad de ese tipo de prácticas que el Gobierno permitió. "El presidente Obama puede ganar crédito con este éxito, pero se lo debe a las decisiones tomadas durante la administración Bush", escribe Yoo en National Review.

"Aunque no hay confirmación real y detallada de todo esto, los republicanos están muy interesados en airear que la inteligencia proviene de esos interrogatorios y dar a la historia su propio matiz", explica el analista Diego Beas, autor de La reinvención de la política: Obama, Internet y la nueva esfera pública (Península, 2011). Está claro que en la opinión pública de EE UU la noticia de la muerte de Bin Laden ha supuesto un éxito para el presidente -que ya ha subido su popularidad- y esta polémica puede hacer a los republicanos recoger alguna ganancia de la operación Gerónimo.

El debate es más peliagudo de lo que parece. En realidad, las torturas reconocidas a Sheik están reportadas durante la administración Bush y ni siquiera fue en ese interrogatorio donde confesó. Igualmente, esta confesión logró dar con un nombre, que inició un proceso que al final acabó con el seguimiento del correo que llevó a las tropas hasta la casa del saudí en Pakistán.

"Presentan la tortura como un éxito, pero en realidad han tardado diez años en atraparle", explica la profesora de derecho internacional de la Universidad Carlos III de Madrid, Alicia Cebada. La misma opinión comparten miembros de la administración Obama, que han declarado que si hubiera sido un éxito únicamente de la tortura habrían cogido a Bin Laden hace siete años, poniendo en duda la utilidad de las torturas.

¿Cambia Obama de idea?

La bala republicana no está disparada sin motivo: el presidente Barack Obama ganó las elecciones de 2008 con promesas de cerrar Guantánamo y prohibir estas torturas.

Hay que recordar que Obama ha prohibido estas técnicas, aunque de momento no ha logrado cerrar Guantánamo ni hacer que los juicios a sus presos se hagan en tribunales civiles: de hecho los juicios militares se han reanudado este mismo mes, incluyendo el de Sheik Mohamed.

"En teoría, la postura que marcó Obama al principio de su mandato no han variado", explica Eva Suárez, directora adjunta de Anmistía Internacional, "pero en la práctica está mirando a otro lado porque no se ven las investigaciones que prometió".

"Todos estos mensajes suponen un retroceso y una traición, no solo a las promesas, sino también al derecho internacional", asegura Suárez. "Es preocupante que se mande el mensaje de que EE UU no tiene reparo en saltarse las normas cuando considere y que consoliden la doctrina de la guerra permanente contra el terrorismo que justifica todo". "La tortura está prohibida, sea o no útil, no debería haber más debate", concluye.

¿Vulneró la legalidad internacional?

Expertos consultados por 20minutos.es explican que hay que esperar a tener todos los detalles sobre la operación. Sin embargo, pensar que este asunto podría acabar en los tribunales es casi ciencia-ficción.  "Es imposible", explica la profesora Alicia Cebada, "entre otras cosas porque EE UU no forma parte de la Corte Penal Internacional". Además, con lo que se conoce hasta el momento no se podría sostener un caso.

Lo que sí podría sostenerse es una acusación de Pakistán por violar su soberanía (los estadounidenses realizaron la operación sin informar a las autoridades pakistaníes), "aunque no lo hará". Según parece, el gobierno pakistaní había dado un acuerdo tácito a EE UU sin conocer qué, ni dónde, ni cuándo, iba a hacer.

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