La madrileña está estrechamente vinculada a este ballet que ha bailado como solista al frente de otras compañías. Ella regresó a España, algo que no pueden hacer cientos de profesionales del baile que han de empezar y acabar su carrera, en un exilio profesional forzado, en el extranjero. Y montó su propia escuela de baile, cuyo colofón es Giselle.
Este personaje procede de un ballet romántico por excelencia que resalta valores perdidos hoy en día, según Giménez, como la paz y la tolerancia, poco de moda en la sociedad del momento presente.
«La expresión corporal narra la historia. Giselle es un papel bonito porque este ballet requiere la generación de un personaje», afirma la bailarina, algo contradictorio con los excesos de virtuosismo técnico que dan resultados de taquilla a la mayoría de ballets.
Respecto a esta tendencia Giménez tiene cosas que decir: «Un ballet tiene sentido cuando es completo. La gente no entiende los momentos que aparecen en las galas de estrellas. Por eso, cuando descubren un ballet completo les gusta».
La mayoría de los bailarines que la acompañan, más de una treintena, son españoles. Giselle es una joven campesina que se enamora de un aldeano que resulta, más adelante, no serlo.
* Teatre Tívoli. Casp, 8. Hoy viernes (21.30 h.). 22 a 30 euros.
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