La revelación de varios engaños amenaza con destruir la imagen un aclamado escritor de EE UU

  • En una de sus obras, Greg Mortenson publicó una fotografía de la tribu que lo acogió en Pakistán diciendo que era una imagen de sus secuestradores.
  • Un programa de la CBS ha desmontado muchas de las "hazañas" de Mortenson.
  • También se han puesto en duda las acciones de su fundación humanitaria.
Greg Mortenson posa entre niños afganos en la aldea de Sarhad.
Greg Mortenson posa entre niños afganos en la aldea de Sarhad.
Greg Mortenson posa entre niños afganos en la aldea de Sarhad.

Greg Mortenson, un autor de best sellers volcado en la construcción de escuelas en Afganistán y Pakistán que narró, entre otras aventuras, haber sido secuestrado, está a punto de perder toda su credibilidad y su buena imagen literaria y filantrópica a raíz de algunos engaños que han salido a la luz.

En los superventas Tres tazas de té y Piedras en escuelas, Mortenson construye un relato exótico basado en su experiencia en el que abundan las invitaciones a beber té, la montaña, los rifles automáticos, los talibanes y la fiereza y hospitalidad de las tribus, un panorama que ha sido puesto en entredicho.

¿Prisionero o huésped bien acogido?

El escritor narra, por ejemplo, su secuestro en 1996 en la región tribal paquistaní de Waziristán, fronteriza con Afganistán, e incluso publica una foto de sus supuestos captores. "Son mentiras. No fue secuestrado. Se quedó en nuestro poblado durante diez o doce días y fue bien tratado", clamó Mansur Khan Mahsud, académico paquistaní que procede de Waziristán del Sur.

Mahsud contó que uno de sus tíos accedió a traer en 1996 a Mortenson a su poblado, Kot Langer Khel, donde él conoció personalmente al norteamericano, pero desde entonces no volvió a saber nada más del autor.

El académico paquistaní montó en cólera al descubrir recientemente que Mortenson publicó una foto en Piedras en escuelas de miembros de su clan, descritos como tribales waziris (una incorrección, ya que ellos no pertenecen a esta tribu) que "secuestraron" al escritor.

"Tratamos a este hombre muy bien. Estuvo en nuestras casas, después se fue a Estados Unidos y publicó nuestras fotos como si fuéramos raptores", lamentó Mahsud. "En 1996, no había ni un solo talibán en Waziristán", protestó el analista.

Diferentes fuentes oficiales paquistaníes (del Ministerio de Cultura, Información y de la Academia de las Letras) dijeron desconocer la obra de Mortenson y la polémica que se ha suscitado, pese a que el Gobierno le concedió el prestigioso galardón civil 'Sitara-e-Pakistan'.

Puesto en evidencia

Fue el canal televisivo estadounidense CBS el que, en un programa especial emitido el pasado fin de semana, echó por tierra algunas de las peripecias 'noveladas' por el escritor, que movieron voluntades entre la ciudadanía de EE UU para donar dinero a Afganistán.

En una respuesta a esta cadena colgada en la página web de su fundación, Mortenson resaltó que en Waziristán "hay gente que es talibán y gente que no", sin especificar la identidad de sus supuestos captores e ilustrando a la audiencia sobre el juego de lealtades entre las tribus pastunes. "Talib' es 'estudiante' en árabe. Y sí, había talibanes en la región", deslizó el autor, aludiendo a una palabra usada normalmente para referirse de forma exclusiva al movimiento islamista.

A partir de distintas fuentes locales, CBS negó también que Mortenson fracasara en su intento de hollar el pico del K2 en 1993 y, tras perderse, fuera acogido en el norteño poblado de Korphe, episodio al que él achaca el comienzo de su idilio filantrópico. Ante el aluvión mediático, Viking, que editó el libro, ya ha anunciado que revisará el contenido de la obra con la colaboración del autor.

Un mito caído

La revelaciones han causado un gran revuelo en EE UU, cuyo imaginario colectivo sobre la región está impregnado de obras como el citado Tres tazas de té, que llegó a encabezar la lista de libros más vendidos de The New York Times.

Mortenson incluso se jacta en sus páginas de que sea "lectura obligatoria" para comandantes militares y fuerzas especiales de EE UU desplegadas en Afganistán, y anima al lector a hacer un esfuerzo humanitario.

El analista Wahid Mujda dice que el Gobierno afgano no es capaz de controlar la discutida labor de las ONG y apuntó que acostumbran a tener intereses ligados a las potencias extranjeras. "Cada país en Afganistán busca su interés nacional, no el interés afgano", lamentó.

El portavoz del Ministerio afgano de Educación, Sefatulá Safi, dijo tener constancia de la existencia de escuelas fundadas por Mortenson en el este afgano, aunque describió la labor de su organización como "limitada". El Instituto de Asia Central (CAI) de Mortenson dice tener 170 escuelas en ambos países, con énfasis en la educación femenina, pero en la prensa también han aparecido dudas sobre su labor.

"No tienen una ONG local. Envían dinero de vez en cuando", explicó Sarai Martín, responsable de género de la Fundación Félix Baltistán, una ONG vasca que trabaja en la remota y montañosa región paquistaní donde empieza la historia de Mortenson.

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