Las ambulancias de la Cruz Roja son un ejemplo. Sus voluntarios tienen muy malos accesos, sobre todo en la Ciudad Vieja. «Ahí sí que encontramos muchas dificultades, porque las calles son muy estrechas y en dos o tres no podemos meter la ambulancia», asegura Antoñeta Regueiro, responsable local de Socorros y Emergencias de Cruz Roja. Además, en esa zona la mayor parte de las viviendas no disponen de ascensor, lo que dificulta todavía más la respuesta a las llamadas de emergencia. «Es un inconveniente, pero es parte de nuestro trabajo», añade Antoñeta Regueiro.
Aparcar mal...
... les perjudica: Otro de los obstáculos a los que se enfrentan a diario los voluntarios de Cruz Roja son los coches mal aparcados. En zonas como el Agra do Orzán o el centro, donde la doble fila es ya algo habitual, los problemas se multiplican. Tanto, que a veces Cruz Roja debe trasladar a los enfermos en camilla durante más de 100 metros desde la vivienda a la ambulancia.
El tráfico también frena la actuación de los servicios de emergencia. «Nos encontramos con más problemas en calles como Juan Flórez o la ronda de Outeiro, ya que por ahí circulan a diario miles de vehículos», añade la responsable de Socorros y Emergencias.
La Policía Local hace de guía
Los voluntarios que conducen las ambulancias de Cruz Roja encuentran un gran apoyo en los agentes de la Policía Local, sobre todo cuando deben enfrentarse al tráfico para atender una llamada. «Tenemos suerte, porque nos avisan de las zonas en las que es más difícil circular y nos proponen alternativas para evitar los atascos», afirma Antoñeta Regueiro. Una colaboración que permite salvar muchas vidas.
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