Una carta desde Punto de Vista 2018

Crónica floral y epistolar enviada desde la duodécima edición del Festival Internacional de Cine Documental de Navarra, celebrada del 5 al 10 de marzo.
Una carta desde Punto de Vista 2018
Una carta desde Punto de Vista 2018
Una carta desde Punto de Vista 2018

Querida A.,

Este año Punto de Vista ha estado lleno de cartas y flores por todas partes; incluido el palmarés. Aunque nunca lo hayamos hablado, quizás sean las dos cosas que ahora mismo más me recuerdan a ti. Bien es verdad que no hemos intercambiado correspondencia manuscrita, porque vivimos en 2018 y a quién se le ocurriría, pero ambos sabemos que las mejores películas, las que de verdad te llegan, funcionan de la misma manera que cartas de sus autores: se sienten íntimas y dirigidas a un punto muy concreto de nuestra experiencia sensible. Ocurre con Chantal Akerman y ocurre con Chris Marker, quien en Level Five hacía que Catherine se preguntara si era posible ser más adorable que una imagen. ¿Quizá solo lo pueda conseguir una carta?

Precisamente es una composición de imágenes-carta y cartas-imágenes lo que propone el libro Correspondencias: cartas como películas que ha editado primorosamente el festival como parte del ciclo parónimo Correspondencias: películas como cartas compuesto por obras cinematográficas que se pueden encuadrar dentro del terreno epistolar, proyectadas en sus formatos originales de Super 8 y 16mm. Algunas tenían, efectivamente, forma de misiva; otras, de diario de viaje (A Depression in the Bay of Bengal, de Mark LaPore), de grito de dolor en un diario íntimo (Song of Avignon, de Jonas Mekas) o de bellas postales en movimiento, como los Super 8 proyectados por Helga Fanderl, donde hay arquitectura, barcas empujadas dentro del mar y cabras saltando.

La cineasta alemana también compitió en la sección oficial con Configuration in Black and White, una secuencia de cuatro trabajos en blanco y negro donde la observación de Fanderl se materializa a través del objetivo de su cámara: calles mojadas, el vuelo de los gansos en el cielo y flores bajo la lluvia. No sé a ti, pero a mí no me importaría que fuera así como se comunicara la gente querida conmigo.

En cualquier caso, el jurado se decantó por otras imágenes florales de la competición: las tintadas de violeta en la ganadora Flores, de Jorge Jácome. El portugués concentra en un relato breve pero de gran potencia apuntes narrativos para una ficción postapocalíptica donde una invasión de hortensias ha hecho imposible la vida en las islas Azores, pero no la germinación del amor entre dos soldados allí destinados para lidiar con la crisis medioambiental.

https://vimeo.com/215822827

Que quede claro: si esta película consigue desplegar un potencial asombroso con pocos recursos, la habilidad palidece ante el trabajo de Nathaniel Dorsky galardonado con el premio Jean Vigo. En Elohim, or Divine Beings, the Energy of Light as Creation, el cineasta filma las ramas de plantas y árboles de California al inicio de la primavera, la semana del nuevo año lunar. Los cambios de exposición y la incidencia de la luz sobre el ángulo de la cámara hacen que las imágenes abandonen paulatinamente su naturaleza vegetal y acaben convirtiéndose, por espacio de un parpadeo, en composiciones de luz y oscuridad que remiten a estampas del cosmos. Noches estrelladas bajo las que seguir mirando(nos).

Una carta desde Punto de Vista 2018

Deja que vuelva al ciclo Correspondencias, pues al fin y al cabo es donde pasé los mejores momentos en comunión epifánica con el ruido del proyector, la vivacidad de los colores y el temblor de la imagen. En el libro (¿te he dicho ya cuánto lo adoro y lo terapéuticas que están siendo sus páginas?) hay varias cartas de cineastas que se escriben expresando palabras de admiración; las hay muy sentidas de Marker, impetuosas de Vigo a Painlevé, y una escueta de Anne-Marie Miéville dirigida a Maurice Pialat donde la contención no puede ser más entusiasta. "Después no es antes, e impresionada y serena, guardo en mi corazón la luz generosa de su obra", le escribe. Creo que esa constatación de sentir un cambio profundo –después no es antes– y la radiación lumínica que conlleva, equiparable al enamoramiento, también corresponde a la experiencia de ver en todo su esplendor Hours for Jerome (1982), de Dorsky. Se suele hablar de su dimensión sagrada o espiritual, pero para mí el placer fue terrenal: un baño de inocencia visual capaz de borrar la memoria y mostrarte por primera vez cómo es la nieve en el bosque o el cabello mojado de una chica.

Volver a ver la misma realidad, pero de forma inaudita. No sé si es también eso lo que consigue Rose Lowder con los Bouquets que lleva elaborando desde los años 90, pero lo cierto es que la determinación y delicadeza de la propuesta la hacen absolutamente cautivadora. Vimos la serie del 11 al 20, todo ello cortos de un minuto con sus 1.440 fotogramas filmados en granjas ecológicas y parques naturales de Suiza, Francia e Italia. La cineasta de origen peruano combina sus ramos eligiendo con precisión cada fotograma individual que teje en un rollo unitario de película hasta retratar el paisaje donde fueron filmados. Este trabajo fotograma a fotograma me hizo pensar en la cronofotografía de Muybridge, y cómo hace unos meses encontré en San Francisco una estatua suya rodeada de flores que me hizo muy feliz. Pensé que si hubieras estado allí habría arrancado una para dártela; la técnica de Lowder para regalarnos flores silvestres, desde luego, es mucho más respetuosa y sostenible.

Una carta desde Punto de Vista 2018

A falta de bouquets, Claudio Caldini propone una descarga de margaritas más lisérgica en Ofrenda (1978). "Cuando pienso en ti, en mi tumba crecen flores", cantaba el coro infantil en una canción de Dead Man's Bones, y exactamente así imaginaba yo esa detonación vegetal de vida impulsada por el recuerdo. Pero quizás el cineasta más directo al abordar una película como carta, como regalo que se hace desde la distancia –espacial y temporal– anticipando la recepción, ya se produzca esta o no, fuera Peter Todd en For You (2000). Con destinatario desconocido, puede que inexistente, el cineasta filma el jardín de su casa, la calle y el cambio de las estaciones. A quien reciba las imágenes, le ofrece las estrellas del cielo y los árboles en invierno. Quizás realmente esas sean las dos cosas que ahora mismo más me recuerdan a ti.

Hasta que volvamos a vernos,

D.

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