Investigadores de la USAL vigilan los niveles de radiación nuclear en Castilla y León

Un mes después de que saltara la alarma nuclear en la central de Fukushima de Japón, como consecuencia del desastre provocado por el terremoto y el posterior tsunami, los ojos del mundo siguen mirando atentamente a lo que allí sucede.
Las Investigadoras Teresa Marcos Corral Y Begoña Quintana Arnés
Las Investigadoras Teresa Marcos Corral Y Begoña Quintana Arnés
USAL
Las Investigadoras Teresa Marcos Corral Y Begoña Quintana Arnés

Un mes después de que saltara la alarma nuclear en la central de Fukushima de Japón, como consecuencia del desastre provocado por el terremoto y el posterior tsunami, los ojos del mundo siguen mirando atentamente a lo que allí sucede.

Japón sigue temblando y las últimas informaciones sobre la crisis nuclear hablan de que ya se ha alcanzado el nivel de emergencia "más alto", según la Universidad de Salamanca (USAL).

Precisamente en la Universidad de Salamanca existe desde hace años el Laboratorio de Radiaciones Ionizantes, dirigido por Begoña Quintana Arnés, directora también del Departamento de Física Fundamental.

Este laboratorio y el de Radioactividad Ambiental de la Universidad de León son los únicos dedicados a la vigilancia radiológica ambiental en la comunidad de Castilla y León, dependientes de la Red de Estaciones de Muestreo (REM) del Consejo de Seguridad Nuclear.

Según ha confirmado Quintana Arnés al Área de Comunicación de la institución académica en declaraciones recogidas por Europa Press, "en las últimas mediciones del laboratorio se ha detectado yodo 131 en niveles muy bajos que no representan ningún riesgo para la salud de la población y que están descendiendo". "Y se ha detectado", continúa la investigadora, "porque ha llegado la primera nube de Fukushima, consecuencia de la primera semana que fue la más grave desde el punto de vista radiológico".

Laboratorio de radiaciones de la usal

Aunque su labor es ahora "objetivo de todas las miradas", el Laboratorio de Radiaciones Ionizantes de la Universidad trabaja desde hace 19 años en el programa de vigilancia radiológica ambiental de la Red de Estaciones de Muestreo (REM).

Quintana Arnés ha explicado que "esta red se formó en 1992 cuando la Unión Europea le requirió al Consejo de Seguridad Nuclear que crease una red de este tipo, debido a que cuando ocurrió el accidente de Chernóbil en España no se monitoreaba el aire y, por lo tanto, no se pudo saber qué ocurrió ni hasta dónde llegó la radioactividad".

Según la directora del Departamento de Física Fundamental, el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) tomó una "sabia" decisión a la hora de formar la REM, "porque la creó apoyándose en las universidades".

De este modo, el Laboratorio, en el que trabajan también los técnicos Teresa Marcos y Felipe Lorenzo y los investigadores Álvaro Hernández y María Doncel, muestrea de forma continua el aire, el agua y el suelo, con medidas acumulativas de la radioactividad y controlando concretamente todos los radionucleidos artificiales que son emitidos por las centrales nucleares y la radioactividad ambiental.

"Hay muestras que se toman en continuo como aerosoles y partículas de polvo, que se miden semanalmente. También muestreamos el agua potable una vez al mes y los suelos una vez al año. A todas esas muestras se les hace espectrometría gamma y análisis de estroncio 90", ha explicado Quintana Arnés.

Cuando se creó la Red de Estaciones de Muestreo, el Consejo de Seguridad Nuclear hizo una inversión para dotar a los laboratorios de equipamiento "adecuado" y después, en 1999, se tomó la decisión de "aprovechar esos equipos para realizar programas independientes", ha apuntado la USAL.

En concreto, el Laboratorio de la Universidad de Salamanca, que posee, según Quintana Arnés, "unos equipos optimizados para alcanzar la máxima sensibilidad y que está especializado en espectrometría gamma", tiene un contrato con el CSN para el Programa de Vigilancia Radiológica Ambiental Independiente de las instalaciones del ciclo que tiene Salamanca en las minas de uranio en Saelices el Chico y la fábrica de combustible de Juzbado.

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