Una promesa, un recuerdo imborrable o una vanidad estética. Los motivos para hacerse un tatuaje puede que duren toda la vida, pero las señales que dejan en la piel, no tanto. Según el Instituto Médico Láser, el principal centro de la región especializado en la eliminación de tatuajes, este tipo de operaciones han aumentado un 30% en un año, al pasar de los 920 tratamientos de 2009 a los 1.189 de 2010.

"Suelen ser personas de entre 30 y 40 años motivadas por un interés laboral, ya sea un cambio de trabajo o la oposición a Cuerpos de Seguridad, donde no permite mostrar tatuajes", explica Paloma Cornejo, dermatóloga. Además, los métodos para eliminarlos cada vez son más sofisticados: de la dermoabrasión y los sistemas de calor-frío, que dejaban cicatriz, se ha pasado al láser, que no destruye la piel.

La crisis económica no parece ser una de las razones de este auge. Y es que los tratamientos son bastante caros: oscilan entre los 900 y los 3.000 euros. Sin embargo, la inestabilidad del mercado laboral sí debe ser tenida en cuenta: "En mi nueva empresa no ven bien este tipo de cosas, y no voy a ir a trabajar con manga larga en verano. Por eso me lo quité", asegura una paciente que hasta hace pocos meses lucía un rosal en el antebrazo. También hay personas a las que no les gusta cómo ha quedado el dibujo y otras que han experimentado reacciones alérgicas a la tinta.

Aparte, hay pacientes que se pintaron la piel cuando todavía eran menores de edad y que ahora se arrepienten de ese pecado de juventud. Y es que hasta 2005 cualquier menor podía hacerse un tatuaje o un piercing sin el permiso firmado de los padres (o tutores) que sí se exige hoy en día.

Los expertos aconsejan que, a la hora de hacerse un tatuaje, se evite la realización de tribales, ya que acumulan demasiada tinta, y las regiones muy gruesas de piel, como las lumbares, puesto que en esas zonas resulta más difícil eliminarlos. Los dedos y las manos también son partes delicadas. Las tintas naranjas, amarillas y blancas son bastante más difíciles de tratar.