Tras el aperitivo, llegó la hora de la verdad, la cremà, para la que se movilizaron 700 agentes, entre Bomberos, Policía Local, Protección Civil y Cruz Roja.
Los primeros falleros en ver desaparecer sus monumentos fueron los niños. También ardió la pequeña falla de Nou Campanar, algo más tarde, que consumió los 90.000 euros que costó. Luego le tocó el turno a la infantil del Ayuntamiento, acompañada por la fallera mayor infantil, emocionada.
Las llamas empezaron a consumir más tarde los monumentos grandes, que provocaron las lágrimas entre muchas falleras mayores. La última, oficialmente, en el Ayuntamiento.
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