CINEMANÍA nº270

Especial Spielberg
CINEMANÍA nº270
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CINEMANÍA nº270

EL TIEMPO EN SUS MANOS

1 HORIZONTES DE GRANDEZA. “¿Qué ves ahí, chaval?”, preguntó John Ford con su mala leche peinada a raya señalando uno de los cuadros de su despacho mientras se ajustaba el parche en el ojo izquierdo. “Un indio a caballo, señor”, respondió el joven Steven Spielberg, que hacía sus pinitos en la industria y visitaba al maestro, casi retirado. “¡No, hombre, no! Hablo de cine: ¿dónde está el horizonte en la foto?”. “Arriba, señor Ford, en la parte alta del cuadro”.

–“¿Y en el siguiente cuadro, jovencito? ¿Dónde ves el horizonte?”.

–“Muy abajo, señor”.

–“Pues ya lo sabes, hijo. Cuando sepas que es mejor colocar el horizonte arriba o abajo en el cuadro, en lugar de colocarlo en el centro, descubrirás que ya eres director de cine”.

Lo que no sabía el director de La diligencia es que, unos años más tarde, aquel chaval, además de descubrirse como director de cine iba a continuar la línea que dibujaron los más grandes. Spielberg ha sido el horizonte de Hollywood durante mucho tiempo, y se resiste a bajar del caballo, porque es suyo. Él es la industria, él es quizá el único cineasta orquesta que puede permitirse afrontar cualquier proyecto en su totalidad, de la idea al estreno. Su nueva película, Ready Player One, bebe de su influjo desde la novela, plagada de referencias al cine de Spielberg que él mismo ha preferido rebajar. No sabemos si este empacho meta spielberguiano estará a la altura de su mejor cine durante estas cinco décadas, pero sí sabemos que, incluso los que echábamos monedas de 25 pesetas al Out Run y al Operation Wolf (aquí eran de 20 duros), estamos deseando jugar a descubrir, entre guiños cinéfilos, cuál es su nueva propuesta alrededor de la realidad virtual. ¿Dónde habrá situado el horizonte del cine Steven Spielberg ahora?

2 DELOREAN. Esta vez, Spielberg ha cambiado el caballo de John Ford por un DeLorean. Sí, ya, Regreso al futuro no la dirigió él, pero nadie lo diría. La anécdota que más me sulivella de la película que dirigió Robert Zemeckis demuestra que Spielberg estuvo allí a la hora señalada: la máquina del tiempo de la película era en principio una especie de dispositivo láser que requería de una explosión nuclear, y que luego se convirtió en una especie de nevera, la misma que aparecía en la cuarta entrega de Indy (aquí no se tira nada). El límite presupuestario hizo desaparecer el rollo atómico y a Spielberg le daba angustia eso de que los chavales se quedasen atrapados en un frigorífico para viajar en el tiempo. La máquina, pronto un condensador de fluzo, estaría en un automóvil, a pesar de que DeLorean, la empresa que fabricaba el modelo DMC-12, había entrado en quiebra tres años antes, en 1982. Sin embargo, el coche ético, como lo había imaginado su creador John DeLorean, un tipo entre visionario y chiflado, se convirtió en un mito utilizado por Ernest Cline, el escritor de la novela Ready Player One (y guionista del filme); y el manejo del tiempo (uno de sus sueños cinéfilos desde crío) quedó definitivamente en manos de Spielberg, que vuelve al futuro cercano, dueño y señor del tiempo, para finiquitar esta década de su carrera, quizá la más inquieta, pero la menos contundente.

3 DE MIDAS A FÉNIX. Hace ahora 10 años nos las prometíamos muy felices, y le dedicábamos la portada a Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal. Fue la primera vez que el señor de la barba y la gorra aparecía en la portada de CINEMANÍA, y lo hacía como “una de las señas de identidad de esta revista”. Hoy, en 2018, sigue siéndolo, y no hay más que mirar su lista de proyectos. Pero, ¿qué ha pasado desde entonces? Aunque gran parte de la crítica le fue esquiva, aquel fue su último gran éxito en taquilla (aclarado el porqué de una quinta entrega). Sus últimas películas, algunas relativamente pequeñas para llevar su crédito (War Horse, Lincoln, El puente de los espías, Los archivos del Pentágono), han dado dinero, pero Spielberg lleva 10 años buscando un éxito. De ahí la duda sobre si seguir considerándolo el rey Midas de Hollywood o apelar a él como el último clásico de Hollywood (perdona, Clint). El repaso a sus cinco décadas como director nos deja, sin embargo, una nueva sensación, la de considerarle en realidad un hombre capaz de reinventarse y de volver a resurgir después de cada fracaso, que los ha tenido, y bien sonados. Un Ave Fénix que vuelve, como el DeLorean. Aunque hacia donde va tampoco necesita carreteras.

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