Tres monitoras del Juan de Austria aseguran que el niño que murió ahogado estaba en el vestuario tras la actividad

Dos de ellas afirman que el vestuario era "un caos" y que no solía haber niños tan pequeños
Juicio por la muerte de un niño en una piscina de un Parque de Aventuras en Vall
Juicio por la muerte de un niño en una piscina de un Parque de Aventuras en Vall
EUROPA PRESS
Juicio por la muerte de un niño en una piscina de un Parque de Aventuras en Vall

Tres monitoras del Parque de Aventuras Juan de Austria de la capital vallisoletana, que se encargaron del grupo en el que se encontraba el niño de dos años Alejandro S.M.V, quien falleció ahogado en 2008, aseguraron que el día de los hechos el pequeño llegó al vestuario al igual que el resto de los 32 niños que formaban el grupo.

En concreto, Sara I.D. y las hermanas Verónica y Elena S.R. afirmaron que todos los niños que integraban el grupo en el que se encontraba Alejandro S.M.V. finalizaron la actividad programada ese día, 22 de julio de 2008, y entraron en el vestuario para cambiarse y regresar al Colegio Sagrado Corazón 'Corazonistas' de Valladolid.

Así lo expresaron durante la primera jornada de la vista que se sigue en el Juzgado de lo Penal número 2 de Valladolid, donde se juzga a las monitoras y a los tres administradores de la empresa 'La Ballena Creativos de Animación S.L.', concesionaria de la explotación del Parque, por la muerte del niño Alejandro S.M.V, hechos por los que se les pide una pena global de 14,5 años de cárcel y una indemnización de 250.000 euros con responsabilidad subsidiaria del Consistorio.

Durante su declaración, Sara I.D. —que llevaba en la empresa al menos dos veranos—, explicó que inicialmente se hizo cargo del grupo junto a otra trabajadora del centro y aseguró que el número de monitores era el adecuado con respecto al número de niños, que tenían edades de dos años (siete niños), tres y cuatro (unos diez) y de entre cinco y once (15 niños).

La joven, que por entonces tenía 21 años, indicó que se hizo cargo del grupo junto a otra monitora porque Verónica y Elena —que llevaban a penas dos meses trabajando— se retrasaron y, "para ir ganando tiempo", acompañaron a los pequeños a dejar las mochilas y les llevaron hasta una zona de gradas donde les contaron y les explicaron las normas, entre otras a quién tenían que acudir si necesitaban algo como ir al baño.

Posteriormente, al grupo se incorporaron las dos monitoras que llegaron más tarde, que se quedaron junto a Sara I.D. al cargo de estos 32 niños. Tanto Verónica como Elena señalaron en el juicio que nunca habían visto tantos niños pequeños, sólo en una ocasión en la que iban acompañados por los padres y ambas coincidieron en señalar el caos que se produjo en el vestuario después de las actividades.

Según los testimonios de las dos hermanas, Sara fue quien repartió las tareas para estar al cargo de los pequeños —extremo que ésta afirma que se hacía de manera consensuada—, entre ellas las de la piscina de unos cuatro metros de diámetro por uno de profundidad aproximadamente, en la que posteriormente se encontró a Alejandro S.M.V, quien falleció ahogado.

Agua turbia

Las tres monitoras señalaron que el agua de la piscina estaba turbia y no se llegaba a ver el fondo, algo que las extrañó porque normalmente se ensuciaba a medida que se iba utilizando durante la jornada. Aún así, se permitió el baño a los pequeños, decisión que según Verónica y Elena tomó la tercera monitora, ya que ellas dos consideraban que hacía frío como para el baño.

Verónica se metió en la piscina y contó la entrada de una veintena de niños —algunos de ellos no quisieron bañarse— y aseguró que volvieron a salir de la misma. "Los 20 que entraron, salieron", dijo la monitora, quien recuerda que Alejandro salió de la piscina y llevaba chaleco y manguitos.

Este extremo también fue confirmado por Sara, quien estuvo poniendo a los niños que lo necesitaban o lo pedían los elementos de seguridad habituales como chalecos, manguitos o flotadores y que concretó que el grupo sólo estuvo diez minutos en la piscina.

Una vez finalizadas las actividades, en torno a las 12.15 horas, se encaminó al grupo hacia el vestuario. Para ello, Verónica iba delante, mientras que su hermana iba tras ellos y realizaba un recuento de 30 niños, a los que sumaban los dos con los que más atrás iba Sara, según sus testimonios.

Ya en el vestuario, Sara afirmó que se empezó a ayudar a los pequeños a vestirse y se les colocaban toallas, independientemente de que fueran las suyas, para que no cogieran frío. Entre los niños a los que colocó toallas, dijo, se encontraba Alejandro, quien le llamó la atención porque anteriormente le había tenido que llamar la atención además era rubio y con ojos azules.

Aunque le puso una toalla por encima, explicó que le perdió de vista en el mismo vestuario, que según Verónica y Elena era "un caos", con niños fuera y dentro del mismo, motivo por el que se decidió pedir ayuda a los monitores del colegio que les habían ido a recoger para vestir a los chavales. Sin embargo, Sara aseguró que "no hubo descontrol" y que el motivo de solicitar ayuda fue que se estaba haciendo tarde.

La propia Sara aseguró que ayudó a vestirse a un niño al que preguntó si era Alejandro S.M. para ponerle la ropa que había en una mochila pero no volvió a verle.

Faltaba uno.

Posteriormente, los niños subieron con los monitores del colegio hasta la entrada del Parque de Aventuras y fue entonces cuando estos dijeron que faltaba uno e incluso alguien dijo haber visto a un pequeño salir corriendo, por lo que empezaron a buscar tanto dentro como fuera del recinto.

Verónica explicó que pasó hasta en dos ocasiones por la piscina y no vio al pequeño, según su testimonio, y fue una cuarta monitora la que encontró al niño y le sacó del agua, según relató Sara I.D, quien llamó al 112 entre las 12.50 y las 12.55 horas y ayudó a su compañera a intentar reanimar al pequeño hasta la llegada de la Policía primero y de una UVI móvil después, aunque no pudieron hacer nada para salvar al niño.

En la vista también declararon los tres socios de la empresa concesionaria del Parque de Aventuras, uno de los cuales, Roberto J.G.H, hacía labores de coordinación, aunque no estaba en el centro recreativo todos los días.

En su declaración, la más destacada de los responsables de la empresa —que se dedicaban a otras labores—, indicó que él mismo fue el que compró en un hipermercado la piscina en julio de 2007, segundo año en el que organizaban un programa específico de verano para los chavales, en las dos ocasiones con este tipo de piscina.

El socio y coordinador del Parque aclaró que aunque en el pliego de condiciones se contemplaban sólo niños de cuatro a doce años, se amplió este límite sin que hubiera problemas, y explicó que normalmente se designaba un monitor por cada 25 niños para edades de seis a doce años pero se solía bajar para cuando eran más pequeños.

Roberto J.G.H. indicó que no pasaba todos los días por el parque y desconocía los pormenores de los grupos y sus horarios y negó que hubiera marcado límite alguno para el acceso a la piscina, ya que no era preciso saber nadar para entrar a la misma. En cuanto a la suciedad de la piscina ese día aseguró que "quizá estaba demasiado sucia" y manifestó su extrañeza sobre cómo estaba.

En cuanto a si estaba contemplada la piscina en la póliza de seguro del Parque, el coordinador aseguró que estaba cubierta, aunque era responsabilidad de otro de los socios, Jesús A.O, quien se encargaba de estos temas. Éste último afirmó haber comunicado verbalmente a la compañía la existencia de este elemento, aunque aclaró que era habitual la cobertura de este tipo de cuestiones dado que organizaban otro tipo de actividades en zonas de playa y campamentos en los que se llevaba a niños a piscinas.

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