La dieta crudivegana, de la huerta al plato sin pasar por los fogones

  • La dieta crudivegana pega con fuerza en Hollywood.
  • Se ha popularizado gracias a actores como Natalie Portman o Demi Moore.
  • El primer restaurante de Europa dedicado a este tipo de comida abre en Madrid.
Vegetales en los estantes de un supermercado.
Vegetales en los estantes de un supermercado.
Santiago Talavera
Vegetales en los estantes de un supermercado.

Comer sin cocinar. Tan simple como eso. Y mucho más sano, ecológico, ético y energético que la comida tradicional y omnívora, según sus defensores. La dieta crudivegana, consistente en ingerir exclusivamente alimentos vegetales no cocinados, cuenta cada vez con más adeptos. ¿Comer solo comida cruda? ¿Se han vuelto locos? Quizá no.

Los que se han pasado a este tipo de dieta (entre ellos Natalie Portman, Demi Moore, Uma Thurman o Alicia Silverstone) se deshacen en elogios. Algunos, como Woody Harrelson, han quedado tan cautivados por ella que lo han plasmado en un libro. Sus tesis son sencillas: cocinar los alimentos es antinatural. Altera sus propiedades nutricionales. Destruye las enzimas que nos protegen contra las enfermedades. Reduce drásticamente la cantidad de minerales, vitaminas y ácidos grasos de los alimentos. Y por tanto, sus beneficios para la salud. Así que cuanto menos se procese un alimento, mejor. Y lo mejor es nada.

"No se trata de ser fundamentalistas, ni de decirle a nadie cómo actuar, pues cada organismo es distinto", apunta María Rodríguez, cocinera y socia de Crucina, el primer restaurante de estas características que abre en toda Europa, ubicado en el madrileño barrio de Malasaña. Crudivegana "al 70 u 80%", María cree que es "simplemente una alternativa": "Una forma de alimentarte que te hace sentir bien y con energía". Para demostrarlo, propone una receta sencilla con la que empezar bien el día: un batido verde a base de espinacas, manzana y plátano, "mucho más estimulante que un café", asegura.

La Organización Mundial de la Salud recomienda consumir cinco raciones de crudos (fruta y verdura) al día. Pero en cuanto a su ingesta como única vía de alimentación -y como en tantos otros temas de índole nutricional- existe disparidad de opiniones entre los expertos. Los hay que la respaldan de manera entusiasta. Otros muestran reticencias. Juan Garzón, nutricionista, es contundente al respecto: "Creo que es complicado mantener una alimentación de estas características sin añadir ciertos suplementos, como por ejemplo, la vitamina B12. Y personalmente no soy partidario de complementar una dieta bioquímicamente".

Oscuros intereses

Algunos, sin embargo, defienden su tesis con la experiencia personal. Baltasar Lorenzo, autor del libro Vivir sin cocinar y uno de los principales impulsores del fenómeno en España, asegura llevar más de dos décadas manteniendo un estilo de vida crudivegano y estar completamente sano.

Juliano Brotman, el chef de Los Ángeles culpable de su popularización entre las estrellas de cine, va más allá y apunta que una dieta cruda acabaría con las enfermedades. Hay quien cree, incluso, que existe un interés por parte de la industria farmacéutica para que los beneficios de la cocina crudivegana no lleguen a popularizarse masivamente, pues reduciría sustancialmente la venta de medicamentos orientados a paliar los males derivados de la dieta tradicional. Más allá de teorías conspirativas, la alimentación crudivegana está lejos de ser una tendencia reciente: Pitágoras ya la practicaba en la antigua Grecia, y Gandhi alababa sus propiedades.

Pese a todo, solo unos pocos habitantes del planeta se declaran crudiveganos: se calcula que en Estados Unidos son un millón. En España, apenas un centenar. Y sin embargo, no hace falta serlo para disfrutar de una de sus sorprendentes y sabrosas recetas. Solo hace falta dejar los prejuicios para después del postre.

Vegetarianos, veganos...

El vegetariano es aquel que renuncia a comer carne y pescado, ya sea por motivos éticos, ecológicos o de salud. Los veganos van un paso más allá y rechazan cualquier alimento que provenga de los animales, como la leche o los huevos. En la vertiente más extrema, los frugívoros abogan por consumir únicamente fruta y frutos secos. Algunos, incluso, solo las que se han caído de la planta de forma natural.

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