Anitta Ruiz Consultora de moda | #LAROPAHABLA
OPINIÓN

Ada Colau, no eres menos feminista por reconocer que 'La ropa habla'

Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, en el acto de la Universitat Pompeu Fabra.
Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, en el acto de la Universitat Pompeu Fabra.
ACN
Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, en el acto de la Universitat Pompeu Fabra.
Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, en el acto de la Universitat Pompeu Fabra.
ACN

"Cuando entró en política era habitual verla con camisetas con lemas reivindicativos, ahora viste más formal ¿tiene algo que ver con una moderación en sus ideas políticas?" Esto preguntaba educadamente una estudiante de periodismo a Ada Colau en un encuentro en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. La contestación: "Me visto como me da la gana". Después de también añadir que le molestaba que fuera una mujer quien hiciese esa pregunta a otra mujer y asegurar que había entendido la cuestión. He tenido que ver varias veces el vídeo para intentar descifrar si había algún ápice de maldad o sexismo en la demanda de la estudiante. No lo he encontrado por ningún lado. Por ese mismo motivo no entiendo el ramalazo de mala educación de la alcaldesa, que incluso ha hecho llorar a la estudiante, por lo despectivo de su respuesta. Cierto es que luego se disculpó con ella en privado y en público, por medio de su Instagram. Dice que está harta de que le cuestionen su forma de vestir. Como si ella, o todos, no lo hiciéramos. Que ojo, no es evaluar su gestión, sino simplemente constatar una evidencia: la ropa que llevamos puesta, nos guste o no, emite un mensaje.

Faltaría más que ella, o cualquiera, pueda vestir como le de la real gana. La futura periodista no estaba cuestionando el largo de su falda, lo profundo de su escote o la repetición de modelito. Estaba poniendo en evidencia algo que todos hemos visto con el paso de los años, porque ella, también porque le dio la gana, se puso en el ojo público con una manera 'diferente' de hacer política que incluía también una manera 'diferente' de vestir. Más informal, más “callejera” y juvenil. Las camisetas, como apuntaba la estudiante, fueron una manera más de expresión e introdujeron los vaqueros en las instituciones. Hoy, Colau, como otros tantos políticos de izquierda de ambos sexos, han 'institucionalizado' más su forma de vestir. Uno de los motivos, probablemente, es que se han hecho más mayores y todos tendemos a volvernos más serios, estéticamente hablando, según vamos cumpliendo años. Por eso la pregunta no solo era oportuna, sino también pertinente y carente de ningún sesgo de género, porque probablemente le hubiesen preguntado lo mismo a un hombre que hubiese entrado en política en camiseta y ahora apostara por el traje y la corbata para sus apariciones públicas. No nos olvidemos de los ríos de tinta que corrieron con las camisas de Alcampo de Pablo Iglesias, por no hablar de su coleta. Creo que yo misma he escrito más de una columna sobre si la corbata tiene o no una connotación política.

Ada Colau ha perdido un momento precioso para hablar precisamente de eso. De que probablemente dejó de usar camisetas con mensaje porque ya tiene un altavoz muy importante en el que dejar dichas esas frases. Que es posible que haya encontrado en la camisa y la americana un 'uniforme' cómodo con el que se siente bien y que le permite ejercer su función de alcaldesa y madre con el tiempo justo para pensar en cómo combinar una prenda. El rechazar el valor comunicativo de la ropa no te hace más feminista, ni más de izquierdas. Ojo, que no estoy hablando de criticar por criticar. Ni siquiera de si me gusta algo o deja de gustarme, sino de constatar que lo primero que vemos de alguien, sin duda ni distinción de sexo o condición, es como viste y ese cómo suele tener un porqué. Consciente o inconscientemente.

Siendo comprensiva puedo llegar a empatizar con el hartazgo que puede sentir Colau, o cualquiera en el ojo público, de que hablen de ella. Es cierto que hace falta mucha seguridad para que las críticas no te hagan daño. Pero precisamente por eso, esa pregunta y ese momento eran perfectos para explicar todo esto. Porque sí, cada uno nos vestimos como nos da la gana y precisamente porque es así tiene un motivo y por tanto una explicación.

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