Teresa Viejo Periodista y escritora
OPINIÓN

El súper poder de un abrazo

Madre abrazando a su hijo
Madre abrazando a su hijo
UNSPLASH
Madre abrazando a su hijo

La mayoría de los cambios empiezan con una o varias preguntas. El proceso casi siempre es el mismo: algo nos llama la atención, tratamos de indagar por qué se produce, cómo nos afecta o qué podemos aportar a esa situación. A partir de ahí el movimiento que se genera puede ser imparable.

Ousman Umar sabe que nació un martes, pero no el año. Claro que le gustaría saberlo, se consuela diciéndose que debe de tener 30 y tantos. Un día, siendo niño, vio cruzar un avión y preguntó qué era ese inmenso pájaro; alguien, en la tribu wala de Ghana, dijo que lo hacía el hombre blanco y fue un no parar de preguntas: cómo son los blancos, cómo es su mundo, cómo se hace un avión… Su curiosidad por saber más y más le trajo a España en patera, surfeando las mil calamidades de un viaje épico a través del desierto. 

Ahora vive en Barcelona, ha cursado estudios universitarios y fundado su propia ONG para facilitar que los niños y niñas de su país accedan a la educación. El poder de una pregunta surca toneladas de arena y un mar indómito, por eso me entristece que algunas personas las ahoguen en la punta de sus lenguas.

Majo Gimeno se preguntó qué hacía un niño en un hospital sin nadie de su familia cerca. Recuerda que estaba atemorizado. Se dirigió al personal sanitario del Hospital de la Fe, en Valencia, e indagó si era 'normal' un niño solo. ¿Qué entendemos por normal? Nos rodean situaciones que se escapan a la lógica, al sentido común, y Majo se dijo que esa estadística que acababa de descubrir -niños y niñas hospitalizados sin sus padres al lado- tenía que revertirse por inhumana. Además, la mayoría procede de centros de acogida y familias desestructuradas, con malos tratos y violencia en su haber. 

A Majo le pareció tristísima esa soledad y movilizó a sus amigas, a su madre, a las mujeres cercanas para aportar entre todas una solución: este fue el germen de una asociación, Mamás en acción, que bajo el lema #NiUnNiñoSolo ha tejido una red de más de 3.000 voluntarios que lleva diez años suministrando compañía, afecto, empatía, calidez… a niños y niñas solos en los hospitales.

Majo estaba creando, sin saberlo, un proyecto de emprendimiento social. Uno de los beneficios de preguntar es abrazar el asombro que suscitan las respuestas. Cuando iniciamos una tarea nueva cuyas dinámicas ignoramos, que además afecta a personas especialmente sensibles, la curiosidad es nuestra mejor guía. 

Majo cuenta que el primer caso que atendieron fue el de un niño víctima de maltrato, sobre cuyo comportamiento las psicólogas y psiquiatras alertaron a las voluntarias. En estos casos los niños no están acostumbrados al cariño y hay que ser sutiles en el acompañamiento. Las voluntarias se sucedían una a otra, sin apenas tiempo entre los turnos para contar qué tal les había ido y cómo evolucionaba el pequeño. Entonces se les ocurrió escribir en un cuaderno unas notas para que la siguiente voluntaria pudiera leerlas, así nació una de las prácticas más valoradas de Madres en Acción que ha permitido analizar la evolución de los niños cuando sienten compañía durante la enfermedad; de hecho, varios estudios sustentados en dichos cuadernos muestran cómo los niños acompañados se recuperan antes. La curiosidad siempre encuentra el modo de hacerse oír.

Nuestras preguntas pueden nacer con energía dispersiva, sin mayor afán que entretenernos, o podemos activarlas para modificar aquello que no funciona, indagando qué aportamos para mejorarlo. Ousman y Majo podrían haber preguntado sin propósito, sin embargo, ambos utilizaron la curiosidad como un catalizador que cambió sus vidas y las de otras muchas personas.

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