Cuando salió el documental sobre Barbie Tiny Shoulders, la muñeca no se encontraba en un buen momento. Sí: incluso las mujeres de plástico de Mattel tienen sus baches, y las ventas estaban dejando claro que al igual que le ocurrió a Victoria’s Secret ante su negativa a abrazar la diversidad, la muñeca más famosa del mundo también requería de ella para continuar siendo relevante.
Ahora Mattel vende desde una Barbie con implante coclear hasta un Ken con vitíligo, pero sus detractores parecen no estar jamás satisfechos. De hecho, desde su nacimiento, la controversia ha acompañado a la muñeca de Ruth Handler, que se dio cuenta de que su hija, al jugar con recortables, siempre les asignaba una actitud adulta. Por eso decidió crear a Barbie, una muñeca en la que las niñas pudieran proyectar sus identidades y preguntarse qué querían ser de mayores. Lo cierto es que Handler se inspiró en una muñeca sexualizada que era vendida en estancos, Bild Lilli, para crear el primer prototipo de Barbie. Lo sabemos: no es un buen comienzo… Pero poco le importó al mundo que la muñeca hubiera sido astronauta o presidenta: sus medidas siempre despertaron críticas, así como su peso, que haría que fuera incapaz de menstruar.
La Dra Sarah Gerson y sus compañeros del Centro de Ciencias del Desarrollo Humano de la Universidad de Cardiff estudiaron los beneficios que jugar con muñecas tienen a nivel cerebral al recurrir a la tecnología de la neuroimagen. ¿Los resultados? Jugar con muñecas activa regiones cerebrales que ayudan a desarrollar la empatía y habilidades de procesamiento social. "Los padres siempre me preguntan qué es más importante para la felicidad, la salud mental y el éxito de los niños, y mi respuesta es siempre la empatía. Los resultados de esta investigación han demostrado que los niños pueden desarrollar empatía y habilidades para procesar la información social jugando con muñecas como Barbie", asegura la doctora.
Los estudios muestran que, a partir de los cinco años, muchas niñas empiezan a desarrollar creencias autolimitantes y a pensar que no son tan inteligentes y capaces como los niños. Dejan de creer que su género puede llegar a ser todo aquello que sueñan. Este problema se denomina "brecha de los sueños" y, para ayudar a solucionarlo, Barbie lanzó en 2018 el proyecto Dream Gap, una iniciativa que ofrece a las niñas los recursos y el apoyo que necesitan para seguir creyendo en sí mismas. Por si fuera poco, Barbie lleva tiempo creando muñecas inspiradas en mujeres tan relevantes como Sarah Gilbert, la investigadora británica que colaboró en la vacuna contra la Covid-19, y dentro de su línea de heroínas contemporáneas, la activista Jane Goodall acaba de engrosar la lista de mujeres formada por la aviadora Amelia Earhart, la matemática y física Katherine Johnson y la artista y activista política Frida Kahlo. Pero “erre que erre”... Hay quienes no creen que estas acciones ni estos lanzamientos sean suficientes. Barbie fue, es y será, para ellos, siempre una rubia tonta.
Por eso, la inminente película de Greta Gerwig en la que Margot Robbie da vida a la muñeca podría servir para asentar por fin el feminismo en el universo de Barbie. Sin embargo, al comienzo la protagonista iba a ser Amy Schumer, una elección que venía a reforzar la vocación diversa de la muñeca, por lo que algunos no han visto bien que finalmente sea Margot la que se convertirá en la versión de carne y hueso de Barbie.
Experta en bucear en las relaciones entre mujeres con profundidad y complejidad, se espera que Gerwig sea la aliada definitiva de la nueva era de Barbie. El que una directora feminista pueda convertir a una de las muñecas más amadas y odiadas de la historia en un referente empoderador no depende tanto ni de la directora ni de la muñeca, sino de una sociedad que sigue empeñada en quedarse siempre más anclada en la imagen de la mujer que en su mensaje… Y eso es lo que siempre ha ocurrido con Barbie: que aunque sea presidenta, su melena rubia parece invalidar sus logros.
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