Entrevistamos a Mathilde Caillard, la activista que se opone a Macron a golpe de baile tecno

Mathilde Caillard, conocida como la 'tecno-activista'
Mathilde Caillard, conocida como la 'tecno-activista'
Instagram / @mcdansepourleclimat
Mathilde Caillard, conocida como la 'tecno-activista'

Cada vez es más habitual que el activismo se infiltre en las redes sociales, motivo por el cual incluso Amnistía Internacional España cuenta en Telegram con un espacio informativo sobre las campañas de movilización digital. "En los últimos años, y especialmente durante la pandemia, hemos comprobado cómo Internet y las redes sociales pueden ser un recurso útil para movilizar a la sociedad en defensa de los derechos humanos. Desde el entorno digital se pueden organizar cientos de miles de personas por una misma causa y esto lo convierte en una herramienta muy poderosa a la que debemos sacar partido a favor de los derechos humanos", indica la web de la organización de derechos humanos, que con este tipo de acciones quiere continuar avanzando y profundizando en su firme apuesta por el activismo digital.

La relevancia de las redes es tal que no sólo suman las acciones del universo virtual, sino que cualquier acto o mensaje capaz de alcanzar la viralidad se convierte en un arma activista. Por ello, aunque quizás el nombre de Mathilde Caillard no te suene demasiado, es muy probable que sí lo haga su apodo: la tecno-activista. Fue en las protestas contra la reforma de las pensiones de Emmanuel Macron para aumentar la edad de jubilación de 62 a 64 años donde la figura de Mathilde, que forma parte del colectivo Alternatiba Paris, se ha hecho viral a causa de sus bailes, que de la mano del tecno, han servido para dar fuerza a su mensaje. 

La francesa confía en el poder de sus bailes para subrayar sus palabras, asegurando que tales danzas no caen en el denominado por Jia Tolentino en 'Falso espejo. Reflexiones sobre el autoengaño' "postrero ético". "Los mecanismos de recompensa online desean con todas sus fuerzas sustituir a los que no están en la red, y después dejarlos atrás. Por eso todo el mundo intenta parecer tan estupendo y cosmopolita en Instagram; por eso todo el mundo parece tan engreído y triunfante en Facebook; por eso en Twitter hacer una declaración política virtuosa ha llegado a convertirse, para mucha gente, en un beneficio político en sí", escribe la autora.

Hablamos con Mathilde acerca de cómo el tecno se ha convertido en el insospechado aliado activista. "Con Alternatiba Paris, el colectivo activista en el que estoy desde 2019, somos varios los activistas centrados en reflexionar acerca de cómo animar procesiones y bloqueos durante manifestaciones y acciones de desobediencia civil. Rémi (el DJ) y Éva tuvieron la idea de ponerle consignas a un gran sonido tecno. Respecto a la composición de las consignas, todavía somos un grupo pequeño, por lo que todavía estamos pensando en nuevas consignas. Hemos pensado en buscar un eslogan que hable de nuestra oposición a la reforma y el vínculo con el clima. Tengo que aclarar que siempre he bailado en las manifestaciones", explica. 

Aunque confiesa desconocer si este tipo de fórmulas son las únicas capaces de interesar a los jóvenes por la política, reconoce que la suya, como bien sabemos, funcionó bien. "He recibido muchos mensajes de gente diciéndome que vendrán a la manifestación a bailar. Pero cuando están allí, están expuestos a mensajes políticos, consignas, discursos y atienden a las campañas. Las manifestaciones son espacios de politización. La política es simplemente interesarse por cómo funciona el mundo, por poder decidir cómo nos organizamos colectivamente. Todo es político, porque todo lo que nos rodea en algún momento fue el resultado de una decisión. Las generaciones más jóvenes tenemos un mundo que cambiar. El calentamiento global es la lucha de nuestro siglo. Tenemos que cambiar el sistema. No tenemos la opción", asegura.

No titubea a la hora de explicar los motivos por los que no ha dudado en alzarse en contra del gobierno de Emmanuel Macron. "Está amenazando uno a uno todos los canales democráticos que tenemos para expresarnos y expresar nuestro descontento, y hablamos de derechos defendidos por la constitución y por la ley. La reforma de pensiones no fue aprobada por el Parlamento, pero fue aprobada por 49-3. Nuestro derecho a protestar se ve amenazado por la violencia policial. Nuestro derecho de huelga se ve amenazado por las requisas forzadas de los trabajadores. Entonces sí, debemos resistir y luchar por nuestra dignidad y por nuestros derechos", dice Caillard, que cree firmemente en preservar lo que aún se puede preservar. "La desobediencia civil ha permitido a los movimientos sociales conquistar grandes victorias y derechos, por una sociedad más justa, más igualitaria: el derecho al aborto, el derecho al voto de las mujeres y la lucha contra la segregación racial en Estados Unidos", señala.

Tampoco esconde la extrañeza de haberse convertido en un rostro conocido, aunque asegura que si ese es el precio de visibilizar la lucha, de demostrar que los jóvenes están politizados y comprometidos y de hablar de la lucha contra la reforma de las pensiones, le parece que ha merecido la pena. "La danza siempre se ha utilizado como modo de lucha: las mujeres en Irán, durante la Revolución Francesa, bailaron 'La Carmagnole', y las activistas feministas también han optado por el baile. La danza es un modo de expresión artística y política que transmite un mensaje. El arte emociona a las personas, las conmueve y nos permite salir de nuestros círculos habituales de activismo", comenta a mujer.es.

Para finalizar, le preguntamos cuáles cree que son los aspectos políticos más importantes a tener en cuenta en la actualidad. "Tenemos que hacer todo lo posible para mitigar la crisis ecológica y para prepararnos para enfrentarnos a ella. Esto significa cambiar nuestro modo de organización político-económica, hacerlo de manera socialmente justa (los más ricos deben pagar, los más precarios deben ser apoyados) y tener siempre en cuenta la responsabilidad de los países occidentales. La lucha ecológica debe ser socialmente justa, antirracista y feminista", responde.

Resulta imposible no recordar las palabras de Emma Goldman como broche final: "Si no se puede bailar no es mi revolución". La de las nuevas generaciones, por ello, son revoluciones en toda regla.

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