Entrevista |

Lucía Rivera: "La diversidad de la moda es una falacia y una mentira"

La modelo Lucía Rivera.
La modelo Lucía Rivera.
Getty Images
La modelo Lucía Rivera.

Tendemos a pensar que los hijos de los famosos lo tienen todo: fama, dinero y felicidad. Sin embargo, en pleno huracán de los 'nepo babys', Lucía Rivera publica un libro repleto de sinceridad, incómodas verdades y bofetadas a la industria de la moda con los que demuestra que ser conocida no viene con el 'starter kit' de la salud mental y que las modelos no sólo tienen voz, sino que saben alzarla.

Hay quien ya le echa en cara que siendo tan joven, haya escrito una autobiografía, y por eso lo primero que quiere aclarar es que este libro no es tal cosa. "Simplemente cuento mis experiencias para ayudar a la gente. ¿Cómo voy a escribir una autobiografía con 24 años?", dice Lucía, que asegura que aunque se topa con más de un titular sensacionalista, en estos momentos se encuentra centrada en que se valore la literatura, el contenido o el potencial del libro. "Lo he escrito con varios objetivos. En primer lugar, como vivimos una segunda pandemia, la de la salud mental, creo que está bien decirle a las adolescentes que sufrir es horroroso, pero que también hay que darle espacio al dolor. Me preocupa mucho además impulsar el papel de la mujer, y creo que se nota que el libro es bastante feminista. Ha sido para mí también una terapia increíble, por lo que ese ha sido otro objetivo. Os puedo asegurar que yo era otra persona completamente diferente antes de escribir el libro: ahora soy otra".

"El feminismo me salvó de la depresión y de todo lo que me estaba pasando"

En sus páginas habla de cómo en el colegió echó en falta la empatía y la atención a las emociones de los alumnos e incluso desvela cómo en su primera relación sentimental fue víctima de maltratos psicológicos. En su segunda, físicos. "La primera vez ni siquiera la recuerdo bien, porque fueron muchas, cada vez más. Siempre lo excusaba achacándolo a que estaba drogado y entendí que esa era una manera 'normal' de relacionarse, que yo sería capaz de hacerle cambiar, que la culpable era yo… Pero las peleas aumentaban de mes en mes, ya no solo con él, sino con todo mi entorno. Sus infidelidades, que no fueron pocas, consiguieron hacerme cada vez más pequeña y me llenaban de ira", escribe.

Sin embargo, su paso por el psiquiatra no fue como esperaba, algo que comparte con Ángel Martín, que en sus entrevistas no duda en señalar que a él no le sirvió de ayuda. "Hay psicólogos buenos y psicólogos malos. Es más: hay algunos que hacen más daño a sus pacientes de lo que les ayudan. Ir al psicólogo no es una solución, sino ir a un buen psicólogo. Y además, es muy difícil ir a uno bueno, es complicado tener conexión y por si fuera poco, es muy caro. Los de la seguridad social estarán hasta arriba, porque está la cosa muy fea, y les dan 30 o 40 minutos por consulta y entiendo que sea difícil para ellos dar un buen servicio", dice Rivera.

Portada del libro 'Nada es lo que parece', de Lucía Rivera
Portada del libro 'Nada es lo que parece', de Lucía Rivera
Cortesía

"Mi abuela es mi segunda psicóloga. Está todo el día diciéndome que hablo mucho del feminismo, y es cierto que por desgracia, a la gente le incomoda aún el feminismo, pero lo he convertido en parte de mi trabajo. Es lo que más me llena: el feminismo me salvó de la depresión y de todo lo que me estaba pasando. Para salir adelante, antes de tener un autoconocimiento e ir a terapia, me ayudaron muchas cosas, pero yo no creía tener un problema, por lo que la ayuda me molestaba. Si te están diciendo constantemente que tienes que estar bien, es prácticamente imposible estarlo, sobre todo cuando estás a oscuras. Cuando tuve luz, dije: "esto está pasando". La escritura sin duda me salvó. La salvación fue introspectiva, pero si no hubiera dado el paso, no me habría valido de nada la ayuda. Creo que somos los primeros que nos tenemos que sacar adelante", asegura.

"He tenido dos padres: uno en abandonó de serie y otro no ha estado en los momentos más importantes"

Villanos, maltratadores, padres ausentes… Los hombres tienen papeles contundentes, problemáticos y controvertidos en su vida. Hija biológica de Blanca Romero e hija adoptiva de Cayetano Rivera, durante muchos años no tuvo relación con su padre biológico, un modelo británico que coincidió con su madre durante un catálogo de ropa interior. Cuando por fin lo conoció, nada fue como pensaba. "Mi padre no había venido a conocerme… El villano había venido a extorsionar a mi madre y a pedirle dinero a cambio de unos vídeos de cuando ella era una niña y mantenían relaciones sexuales", escribe.

Lucía, que habla de ellos empleando su inicial, sigue sincerándose con Mujer.es. Antes de hacerlo, se disculpa ante su editora: "Voy a soltar un titular. He tenido dos padres: uno en abandonó de serie y otro no ha estado en los momentos más importantes, aunque yo no le permitía a nadie mucha ayuda. Creo que le tengo miedo al abandono porque fueron dos ausencias seguidas, pero lo viví de manera normal, por lo que no fue un trauma. Mis traumas, por desgracia los estoy viviendo ahora, no cuando me estaban pasando. Cuando escribí el libro fue cuando empecé a darme cuenta. Ayer hablaba con un amigo y me di cuenta de que tengo más traumas de los que pensaba. ¡Tengo para escribir cinco libros más sí quiero!", asegura entre risas.

"Mi relación con mi cuerpo no deja de ser tóxica"

Aunque de niña la moda se convirtió en su obsesión, confiesa que en la actualidad no es para ella una prioridad. De hecho, su complicada relación con su silueta no hizo más que empeorar a causa de la industria de las tendencias. "Mi relación con mi cuerpo no deja de ser tóxica. Ahora ya la moda no es una meta principal en mi vida, porque me ha hecho tanto daño que lo veo como simplemente algo más de trabajo. antes estaba literalmente obsesionada con ser Victoria’ Secret, pero ahora no es mi meta serlo. Hay días que me veo guapísima y últimamente ya estoy empezando a ver las cosas buenas que tengo, pero otros días, es un cuadro. Me miro y digo: “¡Madre del señor!" Lo bueno es que sé de dónde viene. Tampoco han ayudado los comentarios que se han hecho sobre mi cuerpo y luego la cosificación que he sufrido", explica la modelo. En el libro explica cómo tras haber sido rechazada por diversas marcas por su delgadez, cuando por fin se atrevió a subirse a la pasarela, se topó con los comentarios de la gente.

Lucía Rivera
Lucía Rivera
Fotografía: Juanjo Molina. Estilismo: Eva Barrallo

"Tenía 16 años. Cuando veo cómo se habla del cuerpo de ciertas personas jóvenes, al ver cómo me afectó a mí, me choca mucho, porque aunque parezca que no te afecta, toda la información se queda en la cabeza. El subconsciente lo coge todo, y crecer con comentarios malos sobre tu cuerpo hace que tú misma te vuelvas tu enemiga", confiesa. Cuando le preguntamos qué opina del regreso de la extrema delgadez a las pasarelas, lo tiene claro. "La diversidad de la moda es una falacia y una mentira. ¿Por qué hay niñas (entre las que me podría incluir, pero no lo voy a hacer) que miden 1,70 o 1,71 y ni se las permite llegar a los casting? El 'body positive' es para todo, no sólo para los kilos, aunque ya sabemos que la moda es gordofóbica. Estaba claro que esto iba a reventar. De hecho, aunque hay modelos 'curvys', te das cuenta de que cada vez adelgazan más porque se las obliga a hacerlo, o incluso las obligan a engordar más para trabajar. Para empezar, no tendríamos que poner la etiqueta de gorda o delgada. Con nuestra exigencia no hace falta que nos recuerden nada", dice Lucía.

"Cuando una mujer triunfa, nos cuestionamos cómo lo ha logrado. En cambio, al hombre le vemos su potencial"

A lo largo del libro repite en muchas ocasiones que no se siente válida y agradece cada refuerzo exterior, dejando así claro que el síndrome de la impostora no le es ajeno. Por supuesto, ser 'hija de' suma complejidad al asunto… "Últimamente me doy cuenta cosas de las que no me daba cuenta antes de escribir, como que aunque siento que no merezco nada bueno, cuando veo a otra persona que consigue algo, me alegro por ella, porque siento que es válida, pero que yo no lo soy. Además de ser mujer, soy 'hija de', por lo que parece que todo lo que te dan lo tienes fácil, y te lo acabas creyendo. Cuando una mujer triunfa, nos cuestionamos cómo lo ha logrado. En cambio, al hombre le vemos su potencial. Eso ocurrió con Rosalía, que cuando empezó a petarlo, todos empezaron a decir que era por ser novia de Tangana. A él nadie le ha cuestionado nada", dice. “Veo a millones de hijos de a los que nadie les cuestiona nada y que son muy 'nepo babys', pero yo llevo manteniéndome y viviendo sola desde los 16 años en pisos que daban miedo. Siempre hay una fijación contra la mujer. Decir que somos hijos de la industria es una cosificación muy 'heavy'. No podemos estar comparándonos constantemente con la situación del otro y poniendo a los afortunados de mala gente".

"Yo no decidí nacer en el vientre de mi madre"

A continuación, dice una de esas frases lapidarias (el libro está lleno de ellas, por cierto) que te hielan la sangre. "Yo no decidí nacer en el vientre de mi madre. No habría elegido otra cosa porque la amo, pero si hubiera sabido que me habría ahorrado toda esta paranoia… Sé que somos más afortunados, porque se nos conoce más, pero, ¿tú no sabes si quise ser conocida o no? ¡Tú no sabes nada de mi vida! No podemos estar siempre acribillando a todo lo que para ellos es el privilegio, porque dentro del privilegio también me he comido mucha mierda", asegura.

Confiesa que todavía desconoce el significado del éxito y dice sin tapujos que cree que es una falacia que nos han vendido. "Antes de la pandemia, había una especie de éxito que consistía en tener dinero, hijos y matrimonios felices. Creo que nadie pensó en la salud mental hasta después, y ahora mismo YA SÍ se vincula la salud mental con el éxito. ¿Qué es el éxito, tener dinero? Pues estamos jodidos, porque estamos en crisis… Tener la conciencia tranquila sí que es un éxito", dice con la cabeza bien alta. Para finalizar, le preguntamos si alguno de los hombres a los que se alude en el libro se han puesto en contacto con ella.

"¡Pero si están todos escondidos! ¡Estoy protegiéndoles! Hay gente que en mi vida, por desgracia, ha sido terroríficamente cruel, sobre todo teniendo en cuenta que máximo tenía 20 años… Creo que muchos hombres mayores se aprovechan de su fama y de su poder para ligar y tener sexo con jóvenes que no están formadas mentalmente. Damos poder a gente que no debería tenerlo, y lo estamos viendo con muchas cosas que no quiero decir porque no quiero liarla, por mi libro. Lo utilizan para aprovecharse de chicas jóvenes que están en una situación mucho más humilde y precaria que ellos", dice.

Lucía nos explica que tras la intensa promoción del libro, planea ponerse con el guion del mismo, y lo cierto es que no nos cabe duda de una cosa: aunque nada es lo que parece, Lucía parece mucho, pero es mucho más.

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